jueves, 31 de diciembre de 2009

Enfermedades de los niños en verano


Durante el verano los niños pasan gran parte del tiempo al aire libre, disfrutando del campo y la playa. Aunque el agua y el sol se convierten en sus compañeros favoritos durante estos meses, es necesario prestar mucha atención para evitar que sufran algunas de las dolencias típicas de los meses de calor: insolaciones, conjuntivitis y cortes de digestión.

Insolación:

Durante el verano, los niños suelen tener problemas para adaptarse a las altas temperaturas y a la elevada humedad del ambiente, por eso no es de extrañar que algunos sufran una insolación. Los mareos, el dolor de cabeza, la sequedad de la piel, las náuseas y el dolor abdominal son sus síntomas más habituales, pero si no se trata a tiempo puede dar lugar a pérdidas de conciencia y convulsiones.

Para mantener controlada la situación es necesario llevar al niño a una estancia oscura y fresca. Un baño con agua fría también le ayudará a recuperarse, pero en caso de que no mejore, conviene consultar con personal experto por si es necesario que el pequeño tome medicación antitérmica.

Aún así, la prevención es la mejor de las armas en estos casos. Por ello, conviene que el niño vista ropa fresca, ligera y transpirable. Además, se le debe proteger del sol con sombrero y darle con frecuencia agua y bebidas isotónicas que aseguren un buen nivel de hidratación.

Conjuntivitis

Hay una serie de síntomas llamativos que ayudan a reconocerla. ¿Los más frecuentes? Ojos rojos, lacrimeo, escozor, fotofobia y secreción mucosa. Para evitarlos es básico proteger la vista de los niños con gafas ahumadas si van a montar en moto o en bicicleta. Además, se deben evitar los ambientes cargados o con sustancias tóxicas en suspensión e intentar que los ‘peques’ no se froten los ojos con las manos sucias. Una última recomendación es mantener una buena higiene nasal para evitar que el niño arrastre la mucosidad hacia las conjuntivas.

Cortes de digestión

Es la eterna pelea del verano. Los niños están deseando volver a meterse en la piscina o jugar en la playa nada más terminar de comer. Sin embargo, los papás les decimos que esperen al menos dos horas antes de sumergirse de nuevo en el agua. Este ‘castigo’, que les puede parecer injusto, tiene una razón de ser: evitar los temidos cortes de digestión, que se relacionan con la distribución de la sangre en el organismo tras las comidas y la reacción del cuerpo al contacto con el agua fría.

Un corte de digestión puede provocar una pérdida momentánea de la conciencia y, por lo tanto, incrementa el riesgo de sufrir asfixia si el niño se encuentra bañándose en ese instante.

Para impedir que se dé esta situación, no hay nada mejor que prevenirla. Por ello, es necesario comer de forma ligera, no entrar de golpe en el mar o la piscina y enseñar a nadar a los niños desde una edad temprana. Todo ésto sin olvidar las dos horas de espera antes mencionadas, después de cada comida.

Fuente : PadresOK
Si su hijo ya tiene conjuntivitis y no sabe cómo tratarla, lo primero es hacerle lavados frecuentes con agua o suero fisiológico. En caso de que no mejore, hay que acudir al médico para ver si es necesario iniciar un tratamiento local con colirio o pomadas, aplicadas cada tres o cuatro horas.



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