martes, 28 de diciembre de 2010

Menúes para niños de 4 a 6 años


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A continuación una lista de platillos que pueden ofrecerse a los niños para que mantengan una alimentación balanceada y con los requerimientos necesarios para que crezcan sanos y fuertes.

En muchas ocasiones los padres, con un gran deseo de que el niño esté bien nutrido, hacen de la hora de la comida el momento de más tensión en el hogar, con angustia, ansiedades y reproches a la conducta del niño frente al alimento. Los niños tienen la sabiduría natural frente a sus necesidades fisiológicas.


Se come por necesidad, no por obligación
El hambre, que es la normal demanda del alimento, es diferente al apetito que es el normal deseo de satisfacer el gusto. La conducta alimenticia necesita una guía y nadie mejor que la madre para valorar este hecho de gran importancia en el crecimiento físico y emocional del hijo.

Ante el problema señalado existen varios manejos
- La hora de la comida debe ser agradable y necesaria para el niño.. Evitar que se condicione al castigo si no concluye el plato
- Ayude al niño ante la percepción de la comida. Sírvale en el plato más grande la misma cantidad de comida a modo que perciba poca comida dentro de su plato.
- Puede motivarle el poner la mesa, dejar que él mismo se sirva, y que decida y tenga autonomía sobre sus gustos alimenticios.
- Siempre que puedas permítale que coma con los padres para que se apropie de los hábitos alimenticios de su familia, asimilando la conducta y modelos de ésta.
- Permitirle escoger su menú puede influir en el éxito o fracaso de su alimentación. El éxito no significaría solamente que los alimentos ingresen al niño, sino el desenvolvimiento natural y saludable de la criatura al alimentarse.
- No permitirle complacencias y exquisiteces. Eso sólo ubicaría a usted y a su hijo dentro de otro problema. La hora de la comida tiene un lugar, un tiempo y un fin claro y necesario.

No pretenda que el niño coma la misma cantidad de alimento que vosotros. Deje que él decida y coma la cantidad de comida que necesita para satisfacer su hambre y desarrollar de forma sana sus gustos. Si el problema se hace crónico y llega a crear malestar emocional sin soluciones en la familia, por favor consulte un especialista.


martes, 5 de octubre de 2010

La paternidad después del divorcio

Tres hombres cuentan sus experiencias luego de la separación y explican cómo ser padres activos, aún sin vivir bajo el mismo techo.

Por Ana Clara Pérez Cotten

Daniel Guebel.

Escritor y periodista. 

Me derrumbo. Me derrumbo. Me derrumbo. Copiaría y pegaría la frase eternamente pero no soporto esa facilidad. Una posición cómoda: el sufrimiento injustificado. Claro que mi mujer acaba de abandonarme. (...) Querría otra cosa, seguro que sí. Pero no sé cómo hacer. El fracaso despliega sus alas gigantescas sobre todos los rincones de mi vida. Oscuro, oscuro. Ser para llorar.
Durante años nadie pudo decir que hubiese visto desprenderse una sola lágrima de mis ojos. Ahora mi hija me dice: “Papá, voy a vivir con mami y te voy a extrañar mucho y voy a venir a visitarte”. Y yo me encierro en el cuarto y oculto la cara entre las manos. Falta un día para fin de año (pasaron cinco entre una y otra fase) y hoy es la última noche que Ana duerme en casa.
Salimos a cenar a lo de unos conocidos. Ella está hermosa y contenta de usar su vestido de gasa; ríe y juega con sus amiguitos y cada tanto se sienta sobre mis piernas y me dice: “Papá te amo”. Después, en el taxi de regreso se durmió en mis brazos y cuando la cargué para bajarla sus dedos no soltaban un juego de ladrillos azul. No pude cambiarle la ropa y a la madrugada mojó su vestido blanco y las sábanas rosadas. Todavía no cumplió cuatro años y ya es 31 de diciembre y no va a vivir más conmigo. Vendrá sólo a visitarme.
A la mañana fuimos a una juguetería a comprar un salvavidas para cuando venga y se meta en la pileta de lona, y un cubre colchón, por si sigue mojando la cama, y una caja con veinticuatro marcadores de colores porque quería dibujar un arcoirirs. “Nadie me enseñó a dibujar un arcoirirs, papá.” Yo le enseñé y ella separó los marcadores en colores para hombres y para mujeres. Los colores claros eran colores de mujer, y además del pasto verde y el sol amarillo dibujé estrellitas negras.
Estuve una hora, dos horas, esperando que la madre pasara a buscarla y se fueran. Quería quedarme solo, terminar de una vez. Mi hija me pedía lo de siempre, un cuento con animales, que sea largo y que termina mal para todos. A medida que se iba acercando el momento en que Paula vendría, mi voz enronquecía, yo quería apartarme y no hablar. Al mismo tiempo, pensaba que recién iba a recuperar a mi hija, tenerla de verdad, cuando dejara mi casa. Mi hija siempre fue preciosa para mí. Desde que nació, el sinsentido del mundo se condensó hasta convertirse en un punto insignificante, y lo único que tuvo consistencia del ser, el brillo y la dimensión de lo existente, fue su presencia. Pero al mismo tiempo su realidad cotidiana se volvió un obstáculo para que la adoración que siento por ella se convirtiera en una totalidad suprema. Las veces que me enojé y le grité porque se portaba mal, las veces que le pegué...
Paula acaba de llevársela. En la despedida, yo le di un beso a Paula y Ana dijo: “Si se dan besos de novios yo no me puedo ir”. La madre le dijo: “Son besos de amigos” y después se volvió hacia mí y dijo: “Nunca vio que nos diéramos besos de novios”. Y se fueron de la mano. Yo me quedé en la puerta viéndolas irse y conteniendo las lágrimas. Ana llegó hasta la esquina y se dio vuelta y me saludó, me tiró un beso, sopló en el aire y después se volvió hasta su futuro.
Estoy solo y tengo que sobrevivir. Entro en mi casa, me tiembla la mandíbula. Empiezo a llorar, quiero gritar pero que no me escuchen los vecinos. Abrazo la pared, de golpe el dolor desaparece. Mi hija y mi ex mujer se borran en el aire. Siempre estuve sólo, no hay nada, nunca hubo nada. Ese cuerpito frágil y alegre diciéndome adiós. Mi hija tiende el puente de plata con la vida. Tengo que ir a comprar cosas: la casa no debe estar vacía cuando ella venga a visitarme”. Fragmento de su novela “Derrumbe”. (Mondadori).


Sergio Sinay.
Escritor y periodista.

La paternidad, en su sentido más profundo y trascendente, no se define desde la biología ni desde el estado civil. No basta con procrear para ser padre (o madre). Y la condición de separado o divorciado no hace a un padre menos padre. La paternidad, como la maternidad, es una función que se define por su ejercicio, por sus contenidos. Las funciones del padre incluyen la de agente socializador de sus hijos, la de instrumentarlos para salir al mundo, la de guiarlos en experiencias iniciáticas, la de transmitir, a través de su conducta, valores esenciales para la convivencia y el desempeño en el universo externo y la de ponerlos en contacto vivencial con manifestaciones de la emocionalidad masculina.

Intencionalmente no he mencionado las funciones de proveedor material o de protector físico, a las que nuestra cultura redujo durante mucho tiempo, pobre y tristemente, el papel del padre. A tal punto este mandato impregnó a generaciones enteras de varones y mujeres, que aun hoy, más allá de discursos psicológicamente evolucionistas o de posturas progresistas en el discurso (aunque no tanto en las conductas) estos atributos siguen apareciendo ante el padre varón como exigencias ineludibles. Pero lo cierto es que un padre cumplirá sus funciones si se conecta con todas las áreas que mencioné anteriormente y si se compromete de hecho con ellas.

Sin ese cumplimiento, la paternidad (como la maternidad cuando sus funciones específicas están desatendidas) será un simple acto o accidente biológico. Por lo demás, un padre puede separarse de la madre de sus hijos, sin divorciarse de ellos. El ejercicio de la paternidad (como el de la maternidad) en su sentido esencial requiere de conciencia y voluntad. Es un ejercicio de responsabilidad, no en el sentido de carga u obligación, sino en el de elección y capacidad de respuesta ante los efectos de esa elección. Hay divorcios más difíciles y otros más fáciles. En algunos los hijos se convierten en proyectiles de una batalla entre sus padres o en botines de sucesivas rapiñas emocionales con las que éstos procuran dañarse. Y hay separaciones en donde los ex cónyuges no olvidan que fueron responsables en la creación de la vida de sus hijos y responden pensando ante todo en lo mejor para los chicos. En los primeros casos, los padres varones suelen apartarse (por propia voluntad o por manipulación materna) de sus hijos. En los segundos ejemplos, encuentran nuevos y nutricios modos de continuar presentes (y funcionales) en la vida de ellos.

En ambas situaciones conviene recordar dos cosas: La paternidad es una construcción, adquiere significado a través de acciones y de presencia, va más allá de enunciados y de comprobaciones biológicas. Todos los hijos son elegidos (“descuidarse” es una forma de elegir) y su presencia es una pregunta personal y dirigida que sólo el padre (y la madre) pueden responder.

Un padre separado, entonces, no es menos padre y su situación puede ser el puntapié para convertir su paternidad en un ejercicio activo, conciente y responsable porque a veces, cuando está asegurada la rutina de vivir bajo el mismo techo, esto no ocurre. Vivirlo así es, casi, una decisión moral.


Julio Trucco.
Fundador de la Asociación de Nuevos Padres. 

En 1987 me divorcié siendo padre de dos hijos de dos y tres años. A partir de ese momento tuve la oportunidad de experimentar cómo es ser un padre separado. Hay mil preparativos para casarse pero para separarse, ninguno. Quise seguir criando a mis hijos, no me conformaba con sólo visitarlos. Pretendí pasar tiempo con ellos, no sólo “tiempo de calidad” sino cantidad de horas. Decidí ocuparme de sus necesidades y además, pagar alimentos. Pero como cualquier persona que va en contra de las costumbres de la época, sufrí los rigores de una sociedad y de una jurisprudencia sexista. En ese momento, el estereotipo masculino era el del padre proveedor y la madre cuidadora y oponerse era ir en contra de lo establecido. El litigio judicial incluyó cientos de horas de audiencias, entrevistas, testimoniales, denuncias, ejecuciones sumarias y embargos.

En 1995 escribí una carta de lectores al diario Clarín en la que contaba mi experiencia. A los pocos días, muchos padres que se sentían identificados con mi situación se pusieron en contacto conmigo. Una tarde nos reunimos casi doscientas personas con la misma problemática. Nos organizamos y fundamos ANUPA (Asociación de Nuevos Padres). No nos conocíamos, teníamos distintas posiciones económicas y niveles culturales, pero no necesitábamos abundar en detalles para entendernos.

Nos preguntábamos: ¿Cuántos niños pierden la cotidianeidad de un vínculo tan importante en detrimento de su propia psiquis? ¿Por qué el rol del padre después del divorcio es objeto de la manipulación de letrados, funcionarios judiciales, ex cónyuges y de la prensa?

Hoy, a veinte años de mi separación, veo que cada vez son más los padres que quieren participar activamente en la crianza de sus hijos. Los medios también muestran un nuevo prototipo de padre, más tierno, cariñoso y afectivo. Los modelos anteriores, en cambio, auspiciaban figuras tradicionales de "jefes de familia" distantes. Los nuevos arquetipos de padre luchan por sus hijos, se preocupan por ellos, marchan con sus bebés sujetos al pecho o se levantan por la noche para atenderlos. Los cambios en los roles son fácticos, resta que las leyes y la jurisprudencia de familia reflejen los cambios que ya se dan en la realidad.

Creo que la tenencia compartida tiene algunas desventajas. Muchos padres divorciados acuerdan compartir la crianza de sus hijos, pero su verdadera aspiración es obtener una tenencia monoparental. Quieren que el menor elija a uno y descarte al otro. Esta situación provoca que traten a su hijo como un verdadero “niño divino”. Y con ese objetivo en la mira, cualquier seducción es insuficiente. No lo castigan cuando corresponde por miedo a perder terreno ante el otro.

Desde ANUPA difundimos la opción de la tenencia compartida de los hijos como una opción más después de la separación de los padres. Consideramos que una opción tan importante como compartir la crianza de los hijos del divorcio, no puede estar fuera de la letra de la ley.

Consejos para padres divorciados

1) No divorciarse de los hijos.
Distanciarse de la madre no implica separarse de los hijos. La condición de divorciado no hace a un padre menos padre. La paternidad es una función que se define en su ejercicio.

2) El nuevo papá.
El modelo de paternidad tradicional auspiciaba padres distantes, poco dados a las caricias y los juegos. Los nuevos arquetipos luchan por sus hijos, cambian a los bebés y se levantan para atenderlos.

3)El papá multifunción.
Trascender el rol de proveedor material y cumplir otras funciones como guiar, transmitir valores para el desempeño en el universo externo y vincular a los chicos con la emocionalidad masculina.

4) Cantidad y calidad.
Es importante que un padre pase tiempo con sus hijos. El concepto “tiempo de calidad” es engañoso porque un vínculo sólido se construye cuando ambos comparten los detalles de la vida cotidiana.

5) Otra oportunidad.
La separación puede ser el puntapié para convertir la paternidad en un ejercicio activo y responsable. A veces, la rutina de vivir en la misma casa, afecta el papel del hombre en la crianza de los hijos.

6) No pedir permiso.
Muchos hombres esperan que las madres habiliten su rol cuando en realidad deberían asumirlo sin pedir permiso. La paternidad es un derecho que se adquiere cuando nace un hijo.

7) Dejar de ser hijo.
Cuando un hombre se convierte en padre, abandona el rol de hijo y se conecta con otros aspectos de la masculinidad. Un adulto sabe asumir su responsabilidad y dar protección y apoyo emocional.

8) Poner límites.
Un padre debe poner límites, establecer normas y códigos y orientar. La separación no debería convertir a un papá en un seductor de sus hijos con la mirada más atenta en el divorcio que en su rol.

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¿El padre separado o divorciado es menos padre?

LUIS MARIA ASSANEO discrepa con otras posiciones y asegura que “es un mito que se ha armado alrededor de esto, de que los padres son más padres cuando están casados y conviven con sus hijos” .Y hasta pone en duda la palabra duelo:

“El duelo es duelo cuando tenemos un objeto perdido, pero con el divorcio los hijos no se pierden, el vínculo sigue estando aunque no en las mismas condiciones, pero en muchos casos ese vínculo mejora.

En realidad la sensación de soledad casi radical en la que ha quedado sumido un padre es porque se le revela su propia castración, la reafirmación de que todo no se puede, aunque la ciencia nos diga que sí.

Por otra parte, y con relación al vínculo nuevo que se establece entre padre separado e hijo, una cosa es la cantidad y otra es la calidad; un padre conviviente puede estar absolutamente presente, y hasta ser asfixiante, y el vinculo puede ser rudimentario, débil, y un padre puede ser que por trabajo o porque se separó de la madre no esté siempre presente en forma física, sin embargo está presente en toda la actividad de la familia.

Pero en esto no solo tiene que ver cómo el padre ejerza esa función, también es muy importante la actitud de la madre, ya que desde el psicoanálisis, el padre es un decir de la madre, es una internalizacion psíquica a partir de que la madre lo nombra y le dice a los hijos, ése es papá”.

En síntesis, muchos padres se quejan con dolor y melancolía de cómo se trastoca la relación con sus hijos luego de la separación de pareja, y a la vez acusan a quien se queda con la custodia de ellos, de hacer y deshacer a su antojo sin considerarlos.

Nos queda sólo la esperanza de que cada ex pareja de mamá y papá separados se alíen en busca de un bien mayor, por los niños y por ellos mismos, sin necesidad de jueces ni abogados, recordando que alguna vez se amaron y que esos niños son el fruto de ese amor, para que las funciones materna y paterna se sigan cumpliendo sin obstrucciones, pese a todo, y que Mrs. Doubtfire se convierta en apenas una película que vive sólo en la memoria insistente de los cinéfilos.

VOCES DE PAPÁS

EDGARDO (37) administrativo, marplatense: Mi separación fue muy dolorosa, porque sabia que el vínculo con mis hijos ya no iba a ser igual y se frustraba la posibilidad de tener una familia. Es difícil aceptar que mis hijos no puedan tener a su papá para acompañarlos y ayudarlos a crecer en todo momento.

MARIO (48) ingeniero, de Olivos: El contacto con mi hija siempre se dificulta porque la mamá le genera actividades extras en mis horarios de visita, o usa la estrategia de ponerse tan violenta y tan mal, que la nena prefiere quedarse con mamá "para que se calme" o "no se angustie".

EMILIANO (27) Agente de Viajes, de Lanús: Cuando mi hijo tenía 4 años y después de una relación muy difícil con la madre, la misma en el año 2002 me denunció falsamente por abuso sexual hacia mi hijo, para que no pudiera verlo. Allí comencé un largo peregrinar por distintas instancias judiciales hasta el día de hoy. La terapia psicológica individual me ayudo a sostenerme en todo este tiempo. A mi hijo continúo si poder verlo desde hace tres años, y sin tener noticias de él desde hace más de un año.

Tomado de En Plenitud
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viernes, 17 de septiembre de 2010

Mis hijos y mi novio

Por Laura Pagliaro

- ¿Quién es tu novio, mami?
- No tengo, ¿por qué lo preguntas?
- Porque mi hermano dice que te vio de la ventana besar a un señor.
- Ah, es sólo mi amigo.
- ¿Los amigos se besan?
- Algunos.
- Pero mi hermano dice que lo besaste en la boca...
- Vete a hacer tu tarea.

Esta es la conversación de una madre soltera que enfrenta una realidad que quiere vivir en secreto. Se trata de Gaby. Hace más de dos años que se divorció y después de mucho darle vuelta al asunto de "salir y conocer gente", como mucho le insistieron sus amigas y hermanas, decidió un día ponerse esos tacones olvidados y ese vestido entallado que todavía le sienta bien.

Acudió con sus amigas a un restaurante italiano, y el dueño del lugar quedó fascinado con la timidez y la belleza de Gaby. Después de varias llamadas telefónicas y varios meses de cortejarla, decidió aceptarlo como novio formal.

Tengo novio y mis hijos no lo saben
De eso ya pasaron más de cinco meses, y Giovanni, a pesar de ser paciente, ha insistido una y otra vez en que es tiempo de conocer a las respectivas familias. Gaby no ha querido dar ese paso, pues teme que sus hijos lo rechacen y se enojen con ella.

"¿Por qué?", le preguntamos a Gaby. "Porque su papá es un ídolo para mis hijos, y hasta hoy no he tenido el valor de decirles que estoy interesada en otro hombre, me da miedo pensar que lo tratarán mal y que a mí me dejaran de querer".

Este es un caso típico de las madres solteras que ya sea por un divorcio, por enviudar o por simplemente no haber hecho un lazo permanente con el padre de sus hijos, hoy se encuentran solas y con ganas de revivir su vida sentimental. ¿Qué hacer cuando ya encontraste esa media naranja y tienes que presentarlo a tus hijos?

El primer encuentro
Los expertos dicen que lo mejor es presentar a tu pareja como "un nuevo amigo". Esa primera introducción siempre será importante, porque una amistad no solo es la base de un buen matrimonio sino un término que tus hijos comprenden perfectamente.

Para empezar, no hay un tiempo perfecto para hacerlo, ni magia para esa primera presentación. Después de todo necesitas que tus hijos comprendan que tú también necesitas amigos y amigas, así como ellos los tienen en la escuela. De esta manera no existe un motivo de competencia y por lo tanto los celos serán menores para empezar.

Las cualidades de tu novio
Hay que ser muy cuidadosa para mantener los límites apropiados durante el proceso en el que estas saliendo con tu nuevo galán, especialmente para determinar que esta nueva pareja no será solo momentánea. Así, tus hijos no sufrirán cuando la relación se termine y ya estén ligados sentimentalmente al susodicho.

Hay que mantener las salidas con los prospectos muy aparte de tu vida familiar, hasta que encuentres esa seguridad de la que hablamos y determines establecer una relación seria y formal. Es ahí cuando será prudente esta presentación con tus hijos, especialmente si sabes que también podrá surgir una buena relación con ellos.

La mujer se engaña y no la engañan, dicen los expertos. Cada una sabe qué personalidad será afín con tus pequeños, y si tu pareja carece de las actitudes y cualidades básicas para ser bien recibido,… ¡ni lo pienses! Sólo estarás comenzando un dolor de cabeza que más tarde ni con aspirinas remediarás.

 ¡No me gusta... que se vaya!
En un artículo de la psicóloga Gaylre Peterson, ésta asegura que una vez hecha la presentación, debes mantener la interacción limitada entre tu novio y tus hijos. Es decir, las primeras salidas deben ser esporádicas y en lugares públicos menos íntimos como un parque, el zoológico o un picnic. Gaby, decidió que esa primera presentación la haría frente al parque de su casa, Giovanni llegó sin regalos en la mano y después de algunos minutos de conversación, los niños corrieron a subirse a los juegos y Gaby y Giovanni respiraron hondo por el trago recién pasado.

"Creí que mis hijos dirían, 'no me gusta, que se vaya'', pero le dijeron 'hola' y me pidieron permiso de irse a jugar". Más tarde, uno de ellos se acercó y le dijo a su mamá que tenía sed; Giovanni aprovechó para ofrecerse a comprar paletas heladas del carrito ambulante. Gaby decidió dejarlos ir solos y pudo ver que ambos reían al morder sus paletas.

Este fue un acto espontáneo e intuitivo por parte de Giovanni, que se puede permitir. Poco a poco los gestos de acercamiento, cariño y protección se irán dando, sin necesidad de provocarlos o imponerlos. Es importantísimo no atribuirle resposanbilidades de padre a tu novio. Tienes que esperar a que tu relación se transforme en algo potencial para un próximo matrimonio, antes de considerar un lazo más fuerte entre tu novio y tus hijos.

Tu novio y tus hijos. Comunícate sin miedo con tus hijos
¿Recuerdas la conversación del principio? Los niños todo lo comprenden si les hablas con la verdad; responde a sus preguntas lo más honestamente posible. Y no tengas temor en hacerles preguntas tú también, como, qué piensan de tu novio, si les agrada, cómo los trata, si les gusta que los visitie, etc. Así podrás conocer muchas de las inquietudes y de los miedos de tus pequeñines, y modificar algunos patrones de comportamiento.

Además, de esta manera estarás poniendo muy en claro los límites para ti, tu novio y para tus hijos. Especialmente, evitarás poner falsas expectativas en la cabecitas de tus hijos, aún cuando la relación entre ambos sea buena.

Pero si más tarde tu novio y tú deciden llegar a ese compromiso mayor, entonces es el tiempo de presentarlo como parte de la familia y ya no como un buen amigo. Aquí sí podrás entonces adjudicarle tanto responsabilidades como derechos dentro de tu familia de ambos lados. ¡Mucho ojo!... estamos hablando de un matrimonio o de que comiencen a vivir juntos, porque si cada cual vive en casas diferentes, no existe responsabilidad alguna en los periodos de visita, simplemente cordialidad y buenos modales como en cualquier relación buena y sana.

Un compromiso formal
Hay que tener en cuenta que las amistades son importantes, y que reiniciar una vida sentimental después de un divorcio o de enviudar es más importante aún, pero dicen los expertos, que nunca sin proteger primero los sentimientos de tus hijos, permitiéndoles acostumbrarse y encariñarse con una figura masculina con cualidades paternales que les agrade y que más tarde podría desaparecer.

Desde ese primer encuentro, Gaby y Giovanni han salido juntos sin necesidad de esconderse y mentir. Los hijos de Gaby saludan a Giovanni cada vez que éste llega a su casa para llevarla a pasear, y de vez en cuando se queda después de la cita a tomar un café o comer galletas con los niños, aprovechando esta oportunidad para conversar y conocerlos mejor.

"Nunca pensé que se llevarían tan bien", dice Gaby. "Giovanni está encantado y disfruta de su tiempo con los niños; es muy paciente y cariñoso, y los niños, aunque al principio un poco distantes, hoy se le abalanzan cuando llega a visitarnos”".

Cuando no se está seguro, es mejor no actuar. Tus sentimientos siempre deberán ser de cuidado, para no herir a quienes te aman incondicionalmente. Recuerda que los hombres van y vienen, pero nuestros hijos son para siempre.

Gaby está planeando ya la boda. Los niños están felices y saben que aunque mamá ya encontró un nuevo novio, papá sigue siendo el mismo y Giovanni es un nuevo miembro de la familia en quien apoyarse y a quien querer también.


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jueves, 19 de agosto de 2010

14 Pedidos de un hijo a su padre

# No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana.
Si me haces quedar mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.
# No me des sin medida, todo lo que te pida.
A veces pido para saber hasta cuánto es razonable tomar.
# No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero perder el respeto por ninguno de los dos.
# No estés siempre dando órdenes.
Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
# Cumplí las promesas que hagas, buenas o malas.
Si me prometes un premio, dámelo; si es una penitencia sostenla.
# No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por vos, ni siquiera para sacarte de un apuro.
Me hace sentir mal y perder la fe en lo que decís.
# No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén tu decisión.
Porque si no viviré siempre pendiente del próximo cambio de idea.
# Déjame valerme por mí mismo.
Si lo haces todo por mí, nunca podré aprender.
Por si lo olvidaste, sólo se aprende de los errores.
# Cuando estés equivocado en algo, admítelo.
Crecerá la opinión que yo tengo de vos y de paso me enseñarás a admitir también mis equivocaciones.
# No me exijas que te diga “porqué lo hice” cuando hago algo que no está bien.
A veces ni yo mismo lo sé.
# Enséñame a amar y a darme la oportunidad de conocer a los otros.
No importa si la vida me lo va a enseñar de todos modos; porque de nada vale si veo que vos no amas ni vivís en contacto con el prójimo.
# No me digas que haga una cosa si vos no la haces.
Yo aprendo siempre de lo que hacés; pero me cuesta hacer lo que decís sin coherencia con tu propio actuar.
# No me digas: “No tengo tiempo para tonterías” cuando te cuente un problema mío.
“Eso no tiene importancia”.
Tratá de comprenderme y ayudarme.
# Y sobre todo si es cierto que me quieres, dímelo de vez en cuando.
 A mí me gusta oírtelo decir, aunque vos no creas que sea necesario y aunque yo nunca te lo diga, porque por supuesto yo te amo con todo mi corazón.

Tomado de http://unmensajeparati.wordpress.com

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jueves, 8 de julio de 2010

Infección aguda de oído en los niños (2)


Las infecciones del oído se presentan con más frecuencia mientras el invierno. Una infección del oído en sí misma no es contagiosa, pero en un grupo de niños puede propagarse un resfriado y hacer que algunos de ellos sufran este tipo de infecciones.

Método de tratamiento

Algunos de los objetivos al tratar las infecciones del oído son: aliviar el dolor y molestia, aliviar la infección y evitar complicaciones e infecciones recurrentes del oído. La gran parte de las infecciones del oído desaparecen por sí solas, sin necesidad de antibióticos y sin que se corra ningún riesgo. A menudo, todo lo que se necesita es tratar el dolor y molestia y dejar que el organismo se tome su tiempo para sanar por sí mismo.

Algunas de las recomendaciones son:

Aplicar agua tibia con compresas o con una botella.

Aplicar en los oídos gotas analgésicas óticas de venta libre.

Utilizar gotas óticas recetadas para aliviar el dolor y molestia.

ANTIBIÓTICOS

Algunas infecciones del oído deben ser tratadas con antibióticos para combatirlas y para evitar que empeoren. Esta situación es muy probable si el niño es menor de 2 años, si muestra estado febril, si se muestra enfermo (no solamente a causa del oído) o si no mejora después de 24 a 48 horas.

A pesar de esto, mientras varios años existió la tendencia a excederse en la prescripción de antibióticos, llevando a un incremento en la cantidad de bacterias que son resistentes a este tipo de medicamentos. Las pautas conjuntas de la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics) y la Academia Estadounidense de Médicos de Familia (American Academy of Family Physicians) apuntan al uso de antibióticos para el método de tratamiento de infecciones del oído en casos estrictamente necesarios. Si estos medicamentos parecen no funcionar entre las 48 y las 72 horas, se recomienda ponerse en contacto con un médico para que él considere la posibilidad de cambiar a un antibiótico más fuerte. Usualmente no se consigue ningún beneficio cuando se utilizan más de 2, o máximo 3, rondas de antibióticos apropiados.

CIRUGÍA

Si se detecta la presencia de líquido en el oído medio y la condición persiste, incluso cuando se ha hecho método de tratamiento con antibióticos, es probable que el médico recomiende una miringotomía (abrir quirúrgicamente el tímpano) para aliviar la presión y permitir que el líquido drene.

Este procedimiento puede involucrar la inserción de tubos de timpanostomía (usualmente denominados tubos del oído). Para efectuar este procedimiento se inserta en el tímpano un tubo diminuto, dejando abierto un pequeño orificio que permite la entrada del aire para que los líquidos puedan drenar bajando por la trompa de Eustaquio con más facilidad. La inserción del tubo de timpanostomía se realiza bajo anestesia general. Estos tubos usualmente se desprenden por sí mismos; de no ser así, el médico los puede retirar en su consultorio.

Si las adenoides están agrandadas, es probable que se deba considerar la realización de una extirpación quirúrgica, especialmente si se sufre de infecciones crónicas y recurrentes del oído. La extirpación de las amígdalas no parece socorrer al alivio de las infecciones del oído.

Complicaciones

Es en términos generale una infección de oído es una condición simple que no ofrece complicaciones. La gran parte de los niños despliegan una disminución auditiva menor y temporal mientras y justo después de una infección del oído, a causa del líquido que permanece en el interior. Aunque este líquido puede pasar inadvertido, la presencia de cualquier tipo de líquido en el oído por más de 8 a 12 semanas es motivo de preocupación. Los problemas de audición en los niños pueden hacer que se presente un retraso en el desarrollo del lenguaje. Asimismo, la disminución auditiva irrevocable es extremadamente rara, pero los riesgos aumentan cuando el niño sufre infecciones de oído con mucha frecuencia.

Casos que requieren ayuda médica

Se recomienda llamar al pediatra si:

El dolor y molestia, la estado febril o la irritabilidad no desaparecen entre 24 y 48 horas.

En un comienzo, el niño parece estar más enfermo de lo que supone una infección en el oído.

El niño muestra estado febril alta o dolor y molestia severo.

El dolor y molestia severo cesa de repente (esta situación puede ser indicio de ruptura timpánica)

Los síntomas empeoran

Aparecen nuevos síntomas, especialmente dolor y molestia en la cabeza severo, mareo, inflamación alrededor del oído o contracciones de los músculos de la cara.

Si se trata de un niño menor de 6 meses, se debe informar al médico inmediatamente si éste desarrolla estado febril, incluso si no muestra ningún otro tipo de síntomas.

Como evitarlo

El riesgo de que los niños sufran infecciones del oído se puede reducir poniendo en práctica los siguientes consejos:

Se recomienda lavar las manos y juguetes frecuentemente. Igualmente, el hecho de llevarlo a una guardería donde haya 6 niños o menos puede reducir los riesgos de contraer un resfriado o una infección similar y esto, a su vez, lleva a una menor frecuencia en las infecciones de oído.

Evitar el uso de biberones, especialmente en la guardería.

Amamantar al niño, ya que esto lo hace mucho menos propenso a las infecciones del oído. Si el niño es alimentado con biberón, se le debe sostener en posición de sentado y erguido.

No exponerlo a humo del tabaco indirectamente.

La vacuna neumocócica evita las infecciones por el entidad que más comúnmente ocasiona las infecciones agudas del oído y muchas infecciones respiratorias.

Algunas evidencias reflejan que el xilitol, un edulcorante natural, puede reducir las infecciones del oído.

No se debe abusar de los antibióticos.

Pronóstico

Las infecciones del oído son curables con método de tratamiento, aunque pueden recurrir y no son potencialmente mortales, pero pueden ser bastante dolorosas.


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Infección aguda de oído en los niños (1)

Es una de las principales razones más frecuentes por la que los padres llevan a sus hijos al médico. Si bien existen diferentes tipos de infecciones del oído, la más común de ellas se denomina otitis media, que consiste en la inflamación e infección del oído medio, el cual se encuentra localizado justo detrás del tímpano.

El término "agudo" hace referencia a un episodio corto y doloroso. Una infección en el oído que dure mucho tiempo o que aparezca y desaparezca se denomina otitis media crónica.

Por lo general estas infecciones duran entre una y dos semanas, en caso de que duren más, se trata de infecciones crónicas. esto sucede cuando después de la infección permanece líquido en el oído medio. Las infecciones de oído pueden detectarse cuando se presenta un fuerte dolor de oído conjuntamente con fiebre. En caso de que el niño no lo exprese por ser demasiado chico, puede manifestarlo en pocas ganas de alimentarse, de dormir, así como por tocarse con frecuencia su oreja.

Causas, sucesos y elementos de riesgo

Los motivos que causan una infección de oído pueden ser diversos. Uno de los más habituales es la acumulación de cerumen en las paredes del oído. Esto lo que hace es crear tapones que a la larga acaban por molestar y derivar en dolores. Otra causa es la infección por hongos o bacterias, ruidos muy fuertes, cambios de presión, perforación de tímpano, algunos elementos o sustancias químicas que afectan de forma negativa a nuestros oídos…

Todas las causas descritas anteriormente pueden acabar por desencadenar una infección de oído, por ello es importante que nosotros nos adelantemos y sepamos poner el remedio antes de que nos suceda esto. Por ello es fundamental adoptar una serie de medidas y más en los meses de verano en los que los abusos suelen ser mayores.

Antes de nada es primordial mantener una buena higiene en los oídos. Es importante mantenerlos limpios y secos para evitar la proliferación de hongos y bacterias. Pero a la hora de realizar estas limpiezas debemos evitar el uso de objetos que se introducen dentro del oído y pueden llegar a dañar el tímpano. Por esto debemos evitar utilizar bastoncillos o cualquier objeto que puede dañar las paredes que conforman el orificio auditivo.

Las infecciones del oído son frecuentes en los bebés y en los niños, en parte porque sus trompas de Eustaquio se obstruyen fácilmente. Cada oído posee una trompa de Eustaquio que va desde el oído medio hasta la parte posterior de la garganta y su propósito radica en drenar líquido y bacterias que están presentes de manera normal en el oído medio. A pesar de esto, si la trompa de Eustaquio se estanca, se puede presentar una acumulación de líquido e infectarse.

Cualquier factor que provoque la inflamación o irritación de las trompas de Eustaquio y de las vías respiratorias superiores o que ocasione la sobreproducción de líquido puede conllevar la obstrucción de las trompas. 

Algunos de estos factores son:

Resfriados e infecciones de los senos paranasales
Alergias
Humo del tabaco u otros irritantes
Infección o agrandamiento de las adenoides
Sobreproducción de moco y de saliva mientras la dentición

Otro de los factores que podría incrementar las posibilidades de que se presenten infecciones en el oído es cuando un niño pasa mucho tiempo acostado de espalda bebiendo algo, como un vaso o botella para tomar sorbitos. Contrario a la opinión popular, el hecho de que entre agua en los oídos no provoca una infección aguda de los mismos, a menos que el tímpano se encuentre perforado a causa de un episodio previo.

Fuente :

domingo, 13 de junio de 2010

20 ejercicios "neuróbicos"para poner en forma a su cerebro


El cerebro necesita de ejercicios para funcionar mejor, de la misma forma en que nuestro cuerpo necesita de la gimnasia para mantenerse lleno de energía y sin achaques.

Con el correr de los años, el cerebro también va perdiendo su capacidad productiva, y si no se entrena. Comienza a fallar. El neurocientífico estadounidense Larry Katz, autor del libro "Mantenga vivo a su cerebro", creó la llamada gimnasia "neuróbica", es decir, una rutina de ejercicios especiales para el cerebro.

La teoría de Katz se basa en el argumento de que, igual que el cuerpo necesita ejercicios para desarrollarse en forma plena y equilibrada, la mente también necesita de entrenamiento y estimulación. Es común, por ejemplo, que ciertas rutinas sean llevadas a cabo de forma mecánica, y hasta inconsciente.

"El objetivo de la neuróbica es estimular los cinco sentidos con ejercicios, obligándonos a prestar más atención a las acciones que llevamos a cabo a diario, lo cual mejora nuestro poder de atención y memoria", explica la sicóloga especialista en análisis cognitivo, Mariuza Pregnolato. "No se trata de sumar nuevas actividades a su rutina, sino de hacerlas de forma diferente a como las lleva a cabo todos los días", explica la especialista.

Según el neurólogo de la Universidad Federal de Sao Paulo, Ivan Okamoto, los ejercicios "neuróbicos" ayudan a desarrollar habilidades motoras y mentales que no tenemos en nuestra cotidianidad, si bien éstas no se relacionan con la memoria.
"Si usted es diestro y comienza a escribir con la mano izquierda, desarrollara la capacidad de escribir con las dos manos; y si un día sufre un accidente con la mano derecha, la izquierda estará capacitada para sustituirla. Claro que eso no implicará que ese ejercicio lo libre de los olvidos a la hora de pagar la cuenta de la luz o tomar su remedio a la media tarde", dice Okamoto.

¿Cómo funciona la gimnasia neuróbica?
La neurobica consiste en la inversión del orden de algunos movimientos comunes en nuestra rutina diaria; ello altera nuestra percepción sin por ello alterar nuestra rutina. El objetivo es ejecutar de forma consciente las acciones que generan reacciones emocionales y cerebrales.

Los ejercicios incluyen desde leer al revés, hasta saludar al vecino que nunca da los buenos días en el ascensor. La rutina neuróbica afecta aspectos físicos, emocionales y mentales de nuestro cuerpo. "Esos hábitos son los que ayudan a estimular la producción de nutrientes en el cerebro, desarrollando sus células y haciéndolo más saludable", explica Mariuza Pregnolato.

Cuánto más entrenado sea el cerebro, estará más afinado, si bien no tendrá que pasar por pruebas de coeficiente intelectual o resolver un crucigrama en diez minutos para probarlo. "La neuróbica no exige pruebas extremas: en vez de inscribirse en una olimpiada matemática y aprenderse decenas de fórmulas, pruebe caminar con los ojos cerrados o vestirse con la luz apagada", sugiere la terapeuta.

La propuesta de la neuróbica es cambiar las rutinas para "forzar" la memoria. Por eso es recomendable darle vuelta a los portarretratos para estar atento, o cambiar la ruta para ir al trabajo, una vuelta de tuerca en la rutina.

El rol de los sentidos
El programa de ejercicios neuróbicos ofrece al cerebro experiencias que están fuera de la rutina, usando varias combinaciones de sentidos (vista, olfato, tacto, gusto y audición), además de los "sentidos" relacionados con las emociones y la socialización.
"Los ejercicios usan los cinco sentidos para estimular la tendencia natural del cerebro a formar asociaciones entre diferentes tipos de información; cuando usted se viste en la oscuridad, por ejemplo, pone a sus sentidos en situación de alerta. Si la visión se dificultó, otros sentidos se agudizarán en compensación", explica.

Para estimular el paladar, una buena opción es probar combinaciones inusitadas: dulce y salado; quizá leche condensada y mayonesa, ¿qué tal?

Cuerpo de 40 y mente de 20
La neuróbica no le devolverá el cerebro de los 20 años, pero le podrá ayudar a ingresar al archivo de memorias. "No podemos aumentar nuestra capacidad cerebral, pero con el ejercicio usted puede activar esas áreas del cerebro que dejó de usar por falta de entrenamiento", explica Mariuza.

"La única manera de estimular al cerebro es ejercitándolo, por eso quien siempre atiende a su cerebro reduce las probabilidades de sufrir enfermedades cerebrales como el mal de Alzheimer".

El entrenamiento paso a paso
El desafío de la neuróbica es hacer todo lo contrario a los actos automáticos, obligando al cerebro a un esfuerzo adicional. Por ejemplo:

1-Use el reloj de pulsera en el brazo contrario al que lo usa siempre;
2-Camine de adelante hacia atrás por su casa;
3-Vístase con los ojos cerrados;
4-Estimule el paladar probando comidas diferentes;
5-Lea o vea fotos al revés, concentrándose en detalles en los cuales nunca había reparado;
6-Ponga el reloj ante un espejo para ver la hora al revés;
7-Cambie el mouse del computador para el otro lado de la mesa;
8-Escriba o cepíllese los dientes usando la mano izquierda, o la derecha, en caso de ser zurdo;
9-Camino al trabajo, haga un trayecto diferente al habitual;
10-Introduzca pequeños cambios en sus hábitos, transformándolos en desafíos para su cerebro;
11-Hojee alguna revista y busque una foto que le llame la atención. Luego piense en 25 adjetivos que crea que describen la imagen o tema fotografiado;
12-Cuando vaya a un restaurante, intente identificar los ingredientes que componen el plato elegido, y concéntrese en los sabores más sutiles;
13- Al entrar en un salón muy concurrido, intente calcular cuántos están en el lado derecho y cuántos en el izquierdo. Fíjese en los detalles de la decoración y enumérelos con los ojos cerrados;
14-Seleccione una frase de un libro e intente formar una frase diferente formando las mismas palabras;
15- Pruebe a jugar algún juego o actividad que nunca antes haya practicado;.
16-Compre un rompecabezas e intente encajar las piezas correctas lo más rápido que puedan cronometrando el tiempo. Repita el ejercicio para ver sus progresos en velocidad;
17-Trate de memorizar la lista del mercado;
18-Consulte el diccionario y aprenda una nueva palabra por día, e intente usarlas en sus conversaciones diarias;
19-Escuche las noticias de la radio y la televisión en cuanto se despierte, y más tarde haga una lista con las más importantes;
20-Al leer una palabra piense en otras cinco que comienzan con la misma letra;

Hábitos saludables
Para mantener la memoria siempre alerta hay que prestar atención al mismo de nos rodea. El neurólogo Iván Okamoto sugiere un estilo de vida más tranquilo, con alimentación balanceada, sin vicios y con la práctica regular de ejercicios físicos.

"La memoria forma parte de la salud, por eso es importante evitar el cigarrillo y el exceso de bebidas alcohólicas, ejercitarse y seguir una dieta equilibrada. Mantener la actividad mental, ya sea trabajando o participando en alguna actividad en grupo ayuda a elevar la autoestima y poner la memoria a todo vapor", concluye el especialista.

Tomado de Yahoo! Brasil

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viernes, 14 de mayo de 2010

MI niño no quiere comer



Si lo has intentado todo y tu niño sigue sin tener apetito, no le fuerces: corres el riesgo de reforzar su negativa. Tómatelo con calma y pon en práctica los consejos que te damos.

Frente a un niño que no quiere comer hay que procurar no perder los nervios: si le regañamos o le hacemos comer a la fuerza haremos que el acto de comer se convierta en algo traumático para él y redoblará su resistencia. Los consejos que te damos a continuación pueden ayudarte a hacerle cambiar de opinión:

1. No te preocupes

Si los exámenes médicos son normales y tu niño está contento, juega y tiene energía, no hay motivo para agobiarse.

2. No le fuerces

Bajo ningún pretexto ni en ninguna circunstancia debes obligarle a comer si no tiene ganas.

3. No le felicites

No hay que felicitar a un niño porque coma. Comer no es una virtud sino una necesidad y un privilegio. El niño tiene que saber que come para alimentarse y no para que papá y mamá estén contentos
Qué hacer si tu niño no come: 10 claves



4. Ningún trato favorable

El niño debe comer con la familia, no cuando o donde él quiera. Si no le gusta algún plato, ponle sólo un poco sin obligarle a probarlo. Si sabes que detesta algún alimento, procura que haya opciones más asequibles o que sepas que le gustan, pero nunca prepares otro plato en el momento especialmente para él.

5. Comidas eternas

La comida no debe durar mucho más de media hora. No dejes a tu hijo sentado frente al plato durante horas. Si no quiere, no le fuerces a terminarlo. Aunque esté entero, retíraselo a los diez minutos sin decir nada ni poner cara de pena, enfadarte o regañarle. Actúa lo mejor que puedas. Si el postre le apetece, dáselo. Seguramente en la siguiente comida tenga más hambre.

6. No llenes mucho el plato

Para los pequeños apetitos hay que poner pocas cosas en el plato para que no se agobien. Sírvele más si lo pide. Un plato hasta los bordes agobia a quien tiene poca hambre. Mejor que sea él quien decida si quiere más.

7. Nada de picoteo

No le des nada de comer entre horas. Evita sobre todo las golosinas, que le quitarán la poca hambre que tenga. Como máximo, que tome algo de fruta, yogur, leche o queso en la merienda o a media mañana.

8. Sin comentarios

No hables nunca delante de él sobre su falta de apetito o los disgustos que te causa. Tampoco le castigues si no come; ni le recompenses si lo hace. Que no tenga la sensación de tener algún problema de alimentación. Si estás al límite, vete a gritar o llorar fuera de su vista.

9. No hagas caso a nadie

Tú eres quien mejor conoce a tu hijo, y su pediatra, tu mejor consejero. No hagas caso de los que te digan amigas, vecinas o abuelas ni permitas que le digan nada al niño.

10. Nada de excesos

Si tu niño no tiene problemas de apetito o se le están quitando, no permitas que coma en exceso. El niño que come demasiado puede tener muchos más problemas que el que come poco. No es que un niño crezca más despacio porque coma poco, sino al revés: un crecimiento lento demanda menos cantidad de alimentos.

Si eres capaz de seguir estos consejos y adoptar la actitud tranquila que te proponemos, en algunos días picoteará menos y comerá un poquito más, aunque siga prefiriendo las pocas cosas que le gusten a la carne o las verduras. Si aguantas, después de una o dos semanas empezará a comer según sus necesidades y comenzará a romperse el círculo vicioso en el que estáis.

Fuente : Salud.com

Más información :
  
¿Que hacer si tu niño no come?

 ¿No come? Los  trucos que no fallan.


La Revista. Mi niño no me come




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jueves, 13 de mayo de 2010

¿Cómo educar adolescentes?


Muchos padres de familia no saben cómo tratar a sus hijos adolescentes. Quisieran ponerlos en manos de algún técnico que tuviera la solución mágica para guiar su educación en este período tan difícil y tan importante para la formación definitiva de la persona. Pero la solución sólo puede venir de los padres; los demás podrán ayudar, pero no pueden suplir.

Hoy hay muchas teorías sobre cómo educar a los hijos, que van desde la más absoluta rigidez hasta el completo abandono y tolerancia. La experiencia nos ha demostrado que ninguno de estos dos extremos produce frutos sanos. Por eso, la mejor opción es una vía humanista y muy apegada al sentido común, que encauce a nuestros jóvenes hacia modelos de comportamiento que les ayuden a crecer como personas y construir sociedades más a la medida del ser humano.

¿Cómo son los adolescentes?

Cada vez resulta más frecuente oír a los padres de familia quejarse de que no conocen a sus hijos adolescentes.

Para ayudar y encauzar a un adolescente es muy conveniente conocer qué es la adolescencia y cuáles son las características fundamentales de este período.


Características de la adolescencia


Época de cambios:
En este período el muchacho o la muchacha comienzan a constatar cambios en su cuerpo, en su estado de ánimo, en su sensibilidad y no saben cómo manejarlos. Sienten nuevas tendencias instintivas y aún no tienen una capacidad de razonarlas, ni un equilibrio temperamental para afrontarlas con madurez.


Época de búsqueda y autoafirmación de sí mismos:
El adolescente rechaza todo lo que recibió en la niñez porque él quiere construirse un mundo por sí solo, hecho todo por él. Por eso rechaza hasta los valores que recibió en su familia. Busca nuevas amistades y adquiere una cierta actitud de rebeldía y de crítica ante todo, partiendo esto, de su deseo de autoafirmación.


Época de formación de la personalidad:
Es en esta etapa cuando, salvo alguna fuerte influencia posterior, queda ya formado el carácter y fijada la personalidad. El muchacho se hace colérico, flemático, sanguíneo, como temperamento dominante para siempre.

Época de inseguridad personal:
Los cambios de este período, su anhelo, convertido a veces en verdadera obsesión, por construirse su mundo, llevan al adolescente a experimentar una fuerte inseguridad e incertidumbre ante el futuro de la que quiere salir por sí solo. Sin embargo, es cuando más afecto necesita. Es el momento en que las adolescentes se pasan mucho tiempo solas llorando o huyen absolutamente de la soledad. Las reacciones pueden ser contradictorias, pero siempre son objetivamente exageradas.

Igual sucede con los muchachos, que se hacen extrovertidos o introvertidos de forma exagerada, poco equilibrada. En los dos sexos aparece muy fuerte la búsqueda de afectos, de amistades íntimas y completas que compartan con ellos lo que no son capaces de decir a otros, precisamente por su inseguridad, porque se imaginan una reacción negativa.

Época de formación de principios y convicciones:
Según los psicólogos, el niño de aproximadamente 11 a 13 años forma su gramática de valores en la que comienza a comprender el significado de lo que serán los grandes principios que regirán su vida. Después, en la adolescencia, fija definitivamente (salvo algún suceso grave que impacte en su vida) la jerarquía de valores, las convicciones que guiarán todo su comportamiento consciente y libre. Esto significa que estamos ante una época fundamental en la formación de la opción moral del futuro hombre o de la futura mujer.

¿Cómo educar adolescentes?


* Comunicación
En un colegio de la ciudad de México fue hecho un estudio muy interesante. Se preguntó a los padres de familia si consideraban que era buena la comunicación con sus hijos. Casi todos respondieron que sí. Después se repitió la misma encuesta con los alumnos. Se hizo, como en el caso de los papás, una pregunta única: ¿Crees que es buena la comunicación con tus papás y por qué? Muchos respondieron abiertamente que no y otros decían que era buena, pero luego daban alguna explicación o aclaración que hacía ver que realmente no era tan buena.

Decían, por ejemplo: es buena, pero no me escuchan; es buena, pero no se interesan por mis cosas; es buena, pero no tienen tiempo para mí; es buena, pero no puedo hablar a solas con ellos; es buena, pero todo lo que les digo lo consideran sin importancia. Sólo tres alumnos respondieron que la comunicación con sus papás era buena, sin peros.

Este es el punto fundamental, no se puede educar si no hay una recta comunicación. Mis mensajes no llegan y los de mis hijos no me llegan a mí. Se acaba por no conocer al hijo y de ahí nace el problema de no saber cómo afrontar los problemas. Les voy a contar un caso real que pasó en dos familias. Quizá el problema de fondo parezca obsoleto y anticuado, pero ilustra la diferencia que hay entre educar con comunicación o hacerlo sin ella.

Corría el año 1980 y llegaba la moda de la minifalda. Al principio, los papás tenían serios reparos para dejar a sus hijas ir así a la calle. Los padres de Paloma la vieron un día vestida así y la regañaron duramente. Ella quiso dar alguna razón para defender su postura, pero no hubo forma. Desde entonces, Paloma, siempre que iba a alguna fiesta, salía vestida de su casa decorosamente según el gusto de sus padres, pero siempre llevaba en una bolsa la minifalda para cambiarse.

Los papás de Alicia tampoco veían con buenos ojos que su hija fuera vestida de tal forma, pero hablaron con ella y escucharon sus razones. Ella les dijo que era la moda y que si no usaba minifalda, su novio se pasaba toda la fiesta fijándose en otras niñas y no en ella. Además, que era cómoda y no sé cuántas cosas más les diría. El caso fue que los padres de Alicia acabaron aceptando que en ciertos momentos ella fuese vestida con minifalda, pero al mismo tiempo formaron en ella un recto sentido del pudor que la ayudó mucho en esta etapa de la adolescencia, donde las muchachas pasan de sentirse a disgusto con su cuerpo a una exaltación excesiva del mismo.

El ejemplo, como ven, es anticuado, pero una cosa queda muy clara: no se trata de ceder en todo, sino de dar razones de las decisiones de los papás. Esa es la clave, escuchar al hijo y dar las orientaciones acompañadas de razones.

Hay otro caso curioso: la esposa le dice al señor ve a ver qué le pasa a tu hijo, creo que tiene algún problema, trata de hablar con él. El señor busca al chico. Pasan dos minutos y regresa el señor: ya está. La esposa pregunta: ¿tan rápido?, ¿qué pasó? El marido responde tranquilamente: fui, le pregunté qué le pasaba, me dijo que nada, le dije ’OK’ y me regresé. Ustedes estarán de acuerdo conmigo en que esto tampoco es comunicación. Mejor dicho, es comunicación formal, pero no real.

Nosotros tenemos que buscar una comunicación real, que no se quede sólo en el buenos días, ¿cómo te fue?, sino que nos ayude a conocernos a fondo. No se trata de interrogar al muchacho en forma inquisitoria violando su intimidad, pero sí de hacerme presente en su mundo aprovechando los momentos en que esté más accesible, buscando las ocasiones, yendo a fondo. Se trata de exponer mis orientaciones razonadas, con suavidad, con cariño, con interés, hacer que en cierta forma me necesite y me busque porque yo puedo ayudarle, porque puede confiar en mí.

No hay que olvidar una cosa: en este campo competimos precisamente con los medios de comunicación, expertos en este arte. Decíamos al principio que muchas veces son verdaderos factores de distorsión en la educación de los hijos. Por eso tenemos que esmerarnos en la comunicación; estamos compitiendo con profesionales de las grandes ligas para vender, seguramente, un mensaje distinto.


* Jerarquía de valores
Cuántas veces oímos a padres de familia que motivan a sus hijos para que estudien diciéndoles cosas como: estudia para que puedas ganar dinero o haz esto bien y te doy diez pesos. Uno pensaría que es un gran padre de familia porque da rectos incentivos a su hijo, sin embargo, hay una deformación, estamos dándole una jerarquía de valores errónea. Le estamos diciendo que haga todas las cosas buenas para ganar dinero. Los valores y acciones buenas se vuelven medios útiles y no fines.

Le colocamos el valor del dinero por encima de todo y esto, en la edad en que ellos forman su jerarquía de valores, es prepararlos para luchar en la vida teniendo al dinero sobre lo demás. Y sabemos que por ahí no encontrarán, precisamente, la felicidad, ni formaremos una sociedad donde reine la honradez. Es un ejemplo que, precisamente por ser ejemplo, resulta un poco exagerado, pero hay un fondo de verdad: en los adolescentes hay que ser muy cuidadosos para formar en ellos una recta jerarquía de valores (generosidad, lealtad, fidelidad, amor) y destacar su importancia y darles así profundos criterios que les van a servir para evaluar la realidad, para construir su vida y su familia con serenidad y felicidad, con honradez.


* Con la cabeza, no con el hígado
Una vez vino a verme un matrimonio que estaba muy preocupado por la educación de su hijo. Los dos empezaron a descubrir echándose mutuamente la culpa de los problemas que padecía su hijo. Él decía: es que tú le consientes todo. Ella respondió: es que tú educas a tu hijo con el hígado. Lo que aquella señora quería decir es que su marido siempre trataba a su hijo con enfado, le corregía con malos modos y el único diálogo que mantenía con él era a través de los gritos.

No se crean que es un caso raro, desgraciadamente hay muchos padres y madres de familia que educan a su hijo con el hígado porque han perdido ya la batalla y piensan que esta es la única forma de imponerse. Nada más lejos de la realidad. El corregir o reprender en momentos de enojo es contraproducente y sólo produce rebeldía y cerrazón en los adolescentes.

Simplemente es el método más eficaz para que no te hagan caso y pierdas todo el ascendiente sobre él. En México se dice con mucha sabiduría: el que se enoja, pierde. Estar enojado puede ser normal, pero afrontar en esos momentos a tu hijo y querer educarlo es inadecuado. En los momentos de enojo hay que saber esperar, pero siempre es más sano no enojarse. Este punto puede parecer superficial, pero es la mayor queja que presentan los adolescentes hacia sus padres.

Escrito por Miguel Carmena Laredo en Más alto

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jueves, 22 de abril de 2010

Amigos que son una mala influencia para nuestros hijos


Vuelve del colegio con un vocabulario subido de tono. Tiene comportamientos que nos desagradan y parecen provenir del nuevo compañero. ¿Le prohibimos la amistad? ¿Dejamos librada la situación al azar

El valor de la amistad

En la escuela los niños comienzan a dar pasos más firmes en la socialización. Pasan muchas horas, no sólo aprendiendo contenidos sino modos de vincularse, lo permitido y lo que no lo está.

Se relacionan con la diversidad: “¿sabes que en casa de tal chico se acuestan tarde?” “La madre de Juani le dijo que Dios no existe” y comienzan sutilmente a ingresar en un mundo diferente al de su casa.

Cada familia se integrará a esas diferencias de muchas maneras: están las que aceptan y hablan de ellas, otras las niegan y algunas las rechazan.
Cuando los chicos hacen compañeros estos traen todo lo que aprendieron en su familia. Algunos cambios son bienvenidos pero otros no tanto.
¿Cuándo hay que intervenir?

El modo de pensar la inclusión depende de cada uno pero es conveniente conversar con los hijos cuando esas diferencias son potencialmente lesivas a su salud o valores. También si pueden afectar su vida social (pautas disciplinarias, aislamiento, conductas de riesgo o mentiras).

¿Cómo plantear el tema sin herirlos?

La elección de un amigo es cuestión delicada y los niños verán afectadas sus emociones y autoestima según como desarrollemos el tema. Evaluar si existe un comportamiento dañino o lo que se hace difícil para los padres es aceptar el crecimiento del hijo y sus elecciones. Por eso es necesario, diferenciar si el amigo no me gusta por un problema de antipatía o es una personita perturbadora.
Otras veces se rechaza su elección porque los adultos quieren imponer vínculos por conveniencia.

Si se decide expresar el desagrado es importante manifestarlo hacia los hechos o el comportamiento del camarada, no hacia su persona. Diferenciando el hecho de quién lo hace mantenemos el respeto hacia el chico y es más probable que seamos escuchados por nuestro hijo.

Si realmente la figura del pequeño en cuestión nos parece perjudicial podemos fomentar que invite otros críos, sin discutir directamente esa relación. Aunque sí es saludable comentar a los hijos las características o aspectos que nos disgustan del accionar del compañero.

Estas situaciones son desafíos para ejercitar los derechos de cada uno: los hijos pueden elegir amigos libremente pero eso no significa que los padres tengan que soportarlos. Se puede aceptar la relación en la escuela sin invitarlo a nuestra casa, explicándole las razones.

Por otro lado, las relaciones afectivas son un ensayo para la vida adulta. Si prefiere un amigo insoportable o mandón es bueno preguntarnos por qué ha realizado tal elección. Esta inquietud nos permitirá conocer nuevos aspectos de los hijos.

También escuchar sus razones para tal amistad abre nuevas dimensiones al tema ayudándonos a entender que a veces las diferencias con los hijos también son una nueva forma de aprendizaje.


Tomado de Yo Crezco
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jueves, 8 de abril de 2010

Diferenciando rituales infantiles de las conductas obsesivo-compulsivas

 

Casi todos los niños realizan una serie de rituales en diferentes momentos y ocasiones. Uno de los más corrientes es el de las diferentes conductas repetitivas que el niño realiza a la hora de acostarse, o a la hora de vestirse, o a su exigencia de que se le vuelvan a contar las historias y los cuentos.

Como se puede comprobar en los cuadros siguientes, a diferencia de los rituales obsesivos, los rituales de los niños pequeños son totalmente normales:
 
RITUALES INFANTILES
- Se hacen a modo de juego
- El niño disfruta con la actividad
- Si se interrumpen, el niño no se altera de manera significativa
- No afectan a la vida cotidiana del niño


RITUALES COMPULSIVOS
- Se hacen para calmar la ansiedad
-  El niño siente angustia
- Si se interrumpen, el niño se muestra agresivo e irritable
- Afecta negativamente a su vida cotidiana

Las manías son costumbres y conductas que se repiten muy a menudo, y que ayudan al niño a controlar algunos acontecimientos externos. A medida que va creciendo estas rutinas algunas suelen seguir y reforzarse, y otras desaparecen ya que las manías que duran demasiado tiempo o que se refuerzan mucho pueden empezar a interferir en la vida diaria normal del niño, y convertirse en obsesiones. Las obsesiones son ideas o pensamientos repetitivos, inquietantes, desagradables y no deseados, que surgen reiteradamente y de forma incontrolable en la mente del niño, causándole un temor persistente y un alto grado de ansiedad.

Las conductas obsesivo-compulsivas pueden manifestarse en cualquier edad. Las más frecuentes en la infancia son:

- Lavado o preocupación por coger enfermedades
- Las conductas repetitivas para acostarse o vestirse
- A la hora de dormir necesitan que se le vuelvan a contar las historias y los cuentos ya conocidos, ya que esto los ayuden a estabilizar sus expectativas y la comprensión de su mundo.

Los niños en el colegio suelen desarrollar rituales en grupo cuando aprenden a jugar, a hacer deportes en equipo. Los niños más mayores y los adolescentes comienzan a coleccionar objetos y a desarrollar actividades favoritas. Son síntomas transitorios asociados al desarrollo, a la autoafirmación y a la constitución como sujeto.

Cuando el niño sufre de obsesiones y compulsiones

Se considera que los niños tienen un Trastorno cuando estas manías, obsesiones y compulsiones ocupan tanto tiempo al día, que les impiden el funcionamiento diario normal, e interrumpen de modo significativo sus actividades cotidianas. Cuando los niños no pueden hacerlo sufren una ansiedad desmedida, que ellos manifestarán en llantos, gritos, tirones de pelo, conducta agresiva con sí mismo o hacia los demás, etc.
En el Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) en niños predominan los comportamientos compulsivos frente a los pensamientos obsesivos.

Diagnóstico y tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo

El diagnóstico precoz de la enfermedad así como la aplicación de un tratamiento especial cuando se observan los primeros síntomas contribuye a aumentar la calidad de vida del niño y a prevenir que el trastorno se desarrolle a un estado más serio. Para poder realizar el diagnóstico es muy importante el apoyo y la implicación de los padres.
Para calmar la ansiedad provocada por el pensamiento obsesivo, se realiza la compulsión. Una compulsión es un comportamiento ritualizado que se lleva a cabo durante mucho más tiempo de lo normal, de forma repetitiva y sin interrupción.

El tratamiento del TOC más efectivo y recomendable sería combinar la terapia psicológica y medicamentos. El tratamiento psicológico incluye técnicas cognitivas y conductuales:

- Las técnicas cognitivas ayudan al niño a identificar y comprender sus miedos y a aprender nuevas formas de resolverlos o disminuirlos sin sentir la ansiedad que le provocaban y le llevaban a la compulsión como evitación;

- Las técnicas conductuales ayudan al niño y a sus familias a hacer contratos o poner pautas para limitar o cambiar comportamientos. Los medicamentos que se usan para tratar el TOC son inhibidores selectivos de la reabsorción de la serotonina que sirven para paliar los pensamientos obsesivos y por lo tanto mejorar las conductas compulsivas; y siempre deben ser indicados y tomados bajo supervisión del pediatra.

Los padres juegan un papel de apoyo vital en cualquier proceso de tratamiento apoyando al niño en todas las etapas del trastorno y de su tratamiento.

Fuente : Guía Infantil, Psicólogo escolar
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viernes, 26 de marzo de 2010

¿Es usted un padre que "ama demasiado"?

Cuando los padres no enseñan a sus hijos a poner sus propios límites, a crecer y madurar, y los sobreprotegen demasiado, ellos se convierten en adultos desadaptados que, entre otras cosas, no saben tolerar la frustración.

Guiar a los hijos hacia su maduración no es un camino fácil, pues nadie ha enseñado a los padres a serlo, pero la pista se pone mucho más difícil cuando el padre o la madre son sobreprotectores.

El psiquiatra infanto juvenil, Patricio Fischman, explica que él llama a este tipo de progenitores padres que aman demasiado. "Es casi una especie de tortura el amor que sienten por sus hijos. Hacen POR ellos, en vez de CON ellos, que es lo correcto".

Asegura que este modelo de padres dan para satisfacer sus propias necesidades no cumplidas, más que estar atentos a las de sus hijos. Por ejemplo, si de adolescentes a ellos se les negaron los permisos, tienden a no ponerle límite a las salidas de sus hijos y así los malcrían o no los crían de manera adecuada.
En general, los hijos de este tipo de padres enfrentan grandes dificultades en sus relaciones interpersonales. Como siempre se les consideró sensacionales, se lo creyeron en serio y de adultos se desviven por contar con la aprobación de los demás.

Son personas sumamente responsables, explica el profesional, reflejo de cumplir siempre lo que los padres esperaban de ellos, pero no saben jugar ni trabajar en equipo, pues son muy individualistas, porque están acostumbradas a ser el centro de atención.
Aunque la responsabilidad es una preciada cualidad, en los "hijos de padres que aman demasiado" se exacerba y no son capaces de tolerar la frustración ni que algo les salga mal. "Siempre esperan ayuda mágica, porque 'son' especiales. Si no llega alguien a salvarlos se sienten muy disminuidos; temen equivocarse, porque se siguen creyendo reyes", dice Fischman.

Características propias de los niños son su gran rigidez y su baja tolerancia a la frustración; sin embargo, con el paso del tiempo y la educación de los padres se van superando. No es el caso de los adultos hijos de padres que aman demasiado que conservan estas particularidades muy marcadas. Además, casi siempre están ligados a lo intelectual y no saben expresar su emocionalidad.
Este tipo de padres invade a los hijos, quienes no aprender a ponerse límites propios, dependen de los otros en cuanto a aprobación o desaprobación, porque sus progenitores no les entregaron las armas para enfrentar al mundo de manera real. La mayoría de las veces se sienten superiores a todo el mundo y otras, al notar que no reciben la aprobación a la que están acostumbrados, se aíslan y se encierran en sí mismos.

Un padre excesivamente sobreprotector puede convertirse en un padre que ama demasiado y convertir a su hijo en un adulto no OK, como dicen los psicólogos. Es decir, al que se le dificulta mucho más tolerar los malos momentos o relacionarse con los demás.
Tomado de Punto Mujer Emol
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Más información:

Padres que aman demasiado (Blog del Dr. Fernando Maestre)