jueves, 22 de abril de 2010

Amigos que son una mala influencia para nuestros hijos


Vuelve del colegio con un vocabulario subido de tono. Tiene comportamientos que nos desagradan y parecen provenir del nuevo compañero. ¿Le prohibimos la amistad? ¿Dejamos librada la situación al azar

El valor de la amistad

En la escuela los niños comienzan a dar pasos más firmes en la socialización. Pasan muchas horas, no sólo aprendiendo contenidos sino modos de vincularse, lo permitido y lo que no lo está.

Se relacionan con la diversidad: “¿sabes que en casa de tal chico se acuestan tarde?” “La madre de Juani le dijo que Dios no existe” y comienzan sutilmente a ingresar en un mundo diferente al de su casa.

Cada familia se integrará a esas diferencias de muchas maneras: están las que aceptan y hablan de ellas, otras las niegan y algunas las rechazan.
Cuando los chicos hacen compañeros estos traen todo lo que aprendieron en su familia. Algunos cambios son bienvenidos pero otros no tanto.
¿Cuándo hay que intervenir?

El modo de pensar la inclusión depende de cada uno pero es conveniente conversar con los hijos cuando esas diferencias son potencialmente lesivas a su salud o valores. También si pueden afectar su vida social (pautas disciplinarias, aislamiento, conductas de riesgo o mentiras).

¿Cómo plantear el tema sin herirlos?

La elección de un amigo es cuestión delicada y los niños verán afectadas sus emociones y autoestima según como desarrollemos el tema. Evaluar si existe un comportamiento dañino o lo que se hace difícil para los padres es aceptar el crecimiento del hijo y sus elecciones. Por eso es necesario, diferenciar si el amigo no me gusta por un problema de antipatía o es una personita perturbadora.
Otras veces se rechaza su elección porque los adultos quieren imponer vínculos por conveniencia.

Si se decide expresar el desagrado es importante manifestarlo hacia los hechos o el comportamiento del camarada, no hacia su persona. Diferenciando el hecho de quién lo hace mantenemos el respeto hacia el chico y es más probable que seamos escuchados por nuestro hijo.

Si realmente la figura del pequeño en cuestión nos parece perjudicial podemos fomentar que invite otros críos, sin discutir directamente esa relación. Aunque sí es saludable comentar a los hijos las características o aspectos que nos disgustan del accionar del compañero.

Estas situaciones son desafíos para ejercitar los derechos de cada uno: los hijos pueden elegir amigos libremente pero eso no significa que los padres tengan que soportarlos. Se puede aceptar la relación en la escuela sin invitarlo a nuestra casa, explicándole las razones.

Por otro lado, las relaciones afectivas son un ensayo para la vida adulta. Si prefiere un amigo insoportable o mandón es bueno preguntarnos por qué ha realizado tal elección. Esta inquietud nos permitirá conocer nuevos aspectos de los hijos.

También escuchar sus razones para tal amistad abre nuevas dimensiones al tema ayudándonos a entender que a veces las diferencias con los hijos también son una nueva forma de aprendizaje.


Tomado de Yo Crezco
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jueves, 8 de abril de 2010

Diferenciando rituales infantiles de las conductas obsesivo-compulsivas

 

Casi todos los niños realizan una serie de rituales en diferentes momentos y ocasiones. Uno de los más corrientes es el de las diferentes conductas repetitivas que el niño realiza a la hora de acostarse, o a la hora de vestirse, o a su exigencia de que se le vuelvan a contar las historias y los cuentos.

Como se puede comprobar en los cuadros siguientes, a diferencia de los rituales obsesivos, los rituales de los niños pequeños son totalmente normales:
 
RITUALES INFANTILES
- Se hacen a modo de juego
- El niño disfruta con la actividad
- Si se interrumpen, el niño no se altera de manera significativa
- No afectan a la vida cotidiana del niño


RITUALES COMPULSIVOS
- Se hacen para calmar la ansiedad
-  El niño siente angustia
- Si se interrumpen, el niño se muestra agresivo e irritable
- Afecta negativamente a su vida cotidiana

Las manías son costumbres y conductas que se repiten muy a menudo, y que ayudan al niño a controlar algunos acontecimientos externos. A medida que va creciendo estas rutinas algunas suelen seguir y reforzarse, y otras desaparecen ya que las manías que duran demasiado tiempo o que se refuerzan mucho pueden empezar a interferir en la vida diaria normal del niño, y convertirse en obsesiones. Las obsesiones son ideas o pensamientos repetitivos, inquietantes, desagradables y no deseados, que surgen reiteradamente y de forma incontrolable en la mente del niño, causándole un temor persistente y un alto grado de ansiedad.

Las conductas obsesivo-compulsivas pueden manifestarse en cualquier edad. Las más frecuentes en la infancia son:

- Lavado o preocupación por coger enfermedades
- Las conductas repetitivas para acostarse o vestirse
- A la hora de dormir necesitan que se le vuelvan a contar las historias y los cuentos ya conocidos, ya que esto los ayuden a estabilizar sus expectativas y la comprensión de su mundo.

Los niños en el colegio suelen desarrollar rituales en grupo cuando aprenden a jugar, a hacer deportes en equipo. Los niños más mayores y los adolescentes comienzan a coleccionar objetos y a desarrollar actividades favoritas. Son síntomas transitorios asociados al desarrollo, a la autoafirmación y a la constitución como sujeto.

Cuando el niño sufre de obsesiones y compulsiones

Se considera que los niños tienen un Trastorno cuando estas manías, obsesiones y compulsiones ocupan tanto tiempo al día, que les impiden el funcionamiento diario normal, e interrumpen de modo significativo sus actividades cotidianas. Cuando los niños no pueden hacerlo sufren una ansiedad desmedida, que ellos manifestarán en llantos, gritos, tirones de pelo, conducta agresiva con sí mismo o hacia los demás, etc.
En el Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) en niños predominan los comportamientos compulsivos frente a los pensamientos obsesivos.

Diagnóstico y tratamiento del trastorno obsesivo-compulsivo

El diagnóstico precoz de la enfermedad así como la aplicación de un tratamiento especial cuando se observan los primeros síntomas contribuye a aumentar la calidad de vida del niño y a prevenir que el trastorno se desarrolle a un estado más serio. Para poder realizar el diagnóstico es muy importante el apoyo y la implicación de los padres.
Para calmar la ansiedad provocada por el pensamiento obsesivo, se realiza la compulsión. Una compulsión es un comportamiento ritualizado que se lleva a cabo durante mucho más tiempo de lo normal, de forma repetitiva y sin interrupción.

El tratamiento del TOC más efectivo y recomendable sería combinar la terapia psicológica y medicamentos. El tratamiento psicológico incluye técnicas cognitivas y conductuales:

- Las técnicas cognitivas ayudan al niño a identificar y comprender sus miedos y a aprender nuevas formas de resolverlos o disminuirlos sin sentir la ansiedad que le provocaban y le llevaban a la compulsión como evitación;

- Las técnicas conductuales ayudan al niño y a sus familias a hacer contratos o poner pautas para limitar o cambiar comportamientos. Los medicamentos que se usan para tratar el TOC son inhibidores selectivos de la reabsorción de la serotonina que sirven para paliar los pensamientos obsesivos y por lo tanto mejorar las conductas compulsivas; y siempre deben ser indicados y tomados bajo supervisión del pediatra.

Los padres juegan un papel de apoyo vital en cualquier proceso de tratamiento apoyando al niño en todas las etapas del trastorno y de su tratamiento.

Fuente : Guía Infantil, Psicólogo escolar
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