Todo niño suele ser juguetón, parlanchín, curioso, alegre e inquieto, y por ello es preocupante descubrir que nuestro pequeño se rehúsa a convivir con sus amigos, adopta carácter retraído, tiene miedo a hacer preguntas o no muestra interés por la escuela. No ignore estas manifestaciones, ya que pueden ser señal de baja autoestima.
Sin duda, uno de los mayores regalos que los padres pueden ofrecer a su hijo es brindarle cariño en forma abierta y ayudarle a tener confianza en sí mismo, ya que esto facilitará su convivencia con otros chicos, le permitirá convencerse de que tiene capacidad para actuar con éxito en la vida y le hará entender que su amistad e ideas son tan valiosas como las de cualquier otra persona.
El desarrollo de dicha cualidad, a la que llamamos autoestima, es considerado por psicólogos infantiles como la puesta en marcha del “motor” que impulsará al pequeño para que establezca y cumpla objetivos propios, pues se ha comprobado que un niño que se aprecia a sí mismo es físicamente más sano, tiene considerable motivación para aprender, actúa con responsabilidad y cuenta con mayor tolerancia en caso de que las cosas le salgan mal.
En contraparte, un niño inseguro suele sentirse limitado porque no se atreve a hacer algunas cosas por cuenta propia, le cuesta establecer vínculos afectivos con otros pequeños de su edad, no progresa en sus primeros aprendizajes escolares, se rinde al primer intento y tiene muy presente la posibilidad de “hacer el ridículo”. No está de más señalar que esto lo pone en clara desventaja y le hace llevar una existencia con preocupaciones y angustia más allá de su infancia.
Por fortuna, los padres pueden ayudar a su hijo a incrementar la confianza en sí mismo, ante todo mejorando la comunicación con él, modificando algunas ideas y estableciendo vínculos afectivos más fuertes. En efecto, no basta con que los padres sientan amor por su hijo, sino que deben aprender a transmitírselo, sobre todo entre los 3 y 10 años de edad del pequeño, ya que es el período de mayor relevancia para que establezca su valor personal, autoestima e imagen de sí mismo.
Distinguir el problema
Aunque cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje, es importante que los padres conozcan los principales indicadores de un niño inseguro:
- Muestra temor excesivo a errores y fracasos.
- Tiene poca motivación para jugar o convivir.
- Carece de entusiasmo y presta poca atención a las clases.
- Es muy sensible a las críticas u observaciones.
- Invierte varias horas al estudio, pero su desempeño escolar es deficiente.
- Puede ser muy tímido en el aula o, por el contrario, ruidoso y conflictivo.
- Evita cualquier reto a sus hábitos.
- Se siente frustrado en la escuela.
- Tiende a descalificarse y a decir que no tiene habilidad para ciertas cosas.
En contraste, un pequeño con sentimiento de valía personal elevado mostrará las siguientes conductas:
- Es muy curioso.
- Le gustan los desafíos.
- Tiene muchas ganas y facilidad para aprender de sus diferentes materias escolares o actividades.
- Fracasos y errores representan oportunidades para aprender.
- Conoce sus puntos “fuertes” y “débiles”.
- Acude con gusto a clases.
- Admite críticas.
- Es muy sociable con sus compañeros.
Como puede apreciarse, los padres deben mostrarse atentos a lo que su hijo les platica, cómo se comporta y cuáles son las frases recurrentes en su forma de hablar. Por ejemplo, el niño inseguro suele expresar que no tiene amigos, que le cuesta trabajo conservarlos o que se aburre porque ninguno de sus compañeros le quiere hablar; además, asume esta situación en forma catastrófica, por lo que a veces no encuentra solución posible.
En otras ocasiones, su punto de vista se centra en el aspecto negativo de las cosas, además de que lo magnifica y se culpa de ello; incluso, cuando debe interrumpir su juego porque empieza a llover, asegura que “la vida es injusta” y que “eso sólo le pasa a él”. De este modo, se puede descubrir un sentimiento general de abatimiento, abandono y frustración ante las circunstancias (la risa podría ausentarse), en vez de entusiasmo, adaptabilidad y serenidad.
Hacer frente al conflicto
Cuando los rasgos anteriores le indican a los padres que su hijo tiene baja autoestima, lo más aconsejable es que acudan en busca de ayuda a un psicólogo infantil, a fin de entender a fondo el origen de este problema. De cualquier forma, será importante realizar cambios en el trato hacia el pequeño, mismos que deberán enfocarse a varias dimensiones de la personalidad infantil:
Apariencia física. Un rasgo de inseguridad muy común se debe a las dudas sobre el aspecto corporal. Todas estas incertidumbres tienen su origen en mensajes recibidos desde la infancia temprana, pues con frecuencia los adultos caen en el error de comparar a los niños entre sí, respecto a estatura, color de cabello, fuerza o complexión. Es importante enseñar al niño a que se acepte tal como es, diciéndole que su físico es adecuado y que no tiene motivo para envidiar a otra persona. Cabe señalar que todo infante tiene fuerte necesidad de ser distinto, y que los padres deben contribuir a que el chico sepa que es único.
Afecto. Todo pequeño necesita estar seguro de que es querido y de que al estar en casa se aprecia su presencia. Además, hay que transmitirle de múltiples maneras que se le quiere por sí mismo, tal como es, y para ello es necesario demostrarle apoyo, escucharlo, cuidarlo, jugar con él o hacerle partícipe de la vida familiar, por ejemplo, invitándolo a que proponga algunas de las actividades que realizará la familia durante el fin de semana. Estos aspectos contribuirán de manera efectiva a que en la etapa escolar muestre una actitud favorable para aprender, sea competitivo y capaz de sacar provecho de sus errores, sin considerarlos traumáticos.
Conducta. Los niños hacen cualquier cosa por impresionar a sus padres y otras personas significativas, por lo que no es suficiente con que se reconozca su comportamiento. Es fundamental mostrar la sensación de que uno está impresionado ante su conducta, ya que esta actitud elevará su confianza. Otro aspecto destacado es que hay que conceder mayor importancia al esfuerzo que realiza el menor para lograr algo, que al resultado final. Así, al enfatizar sobre el valor de mantener una voluntad constante, el chico se sentirá motivado para emprender nuevos retos en busca de otros logros.
Creatividad y convivencia. Los padres que tienden a dominar, controlar y sobreproteger (desean que su hijo tenga aquello de lo que carecieron o haga lo que ellos no pudieron), obstruyen el desarrollo del niño e impiden que se esfuerce con base en sus propias motivaciones y peculiaridades. Lo más indicado en tal caso es ayudar al pequeño a que tome sus propias decisiones y se enfrente a su realidad, a fin de que no crezca con sentimiento de limitación o incomprensión. También es de gran valor animarlo a que exprese sus ideas y que vea a sus progenitores conversando con vecinos, familiares y amigos, para que entienda que comunicación e intercambio de ideas es algo común.
Lenguaje. En ocasiones el lenguaje del infante está lleno de frases pesimistas, por lo que será necesario que los padres le enseñen a ver el mundo con mayor objetividad, siendo menos categóricos en sus afirmaciones y mostrándole que es posible que se recompense por sus éxitos y minimice sus fracasos. También será necesario modificar aquellos conceptos que encierran sus afirmaciones, por ejemplo:
- “Todo me sale mal”. La mayor dificultad de este tipo de comentarios es que, al hacer una observación tan global, se pierde lo positivo de la vida. Es recomendable invitar al niño a que mencione al menos tres cosas que ha hecho correctamente en el día e incitarlo a que, cuando crea que le ha ido mal en algo, se refiera a ello en forma concreta y no general.
- “No valgo para nada”. Los padres deben invitar al pequeño a que reflexione que toda persona vale para algo, sólo que a veces nos fijamos más en los malos resultados que se presentan en actividades en las que tenemos menos experiencia o habilidad, que en aquello en lo que somos exitosos. También se debe aconsejar el uso de frases concretas, las cuales se refieran exclusivamente a la tarea que salió mal y en ese momento en particular.
- “Nadie me quiere”. Escuchar esta frase es una señal de alarma que no debe dejarse pasar, ya que es un fiel reflejo de los sentimientos del pequeño. Hay que procurar que el niño sepa y sienta que es alguien muy valioso para sus padres, pero si no se observa un cambio positivo, quizá sea mejor buscar la ayuda de un psicólogo, ya que no puede descartarse la posibilidad de que padezca depresión.
Vale la pena subrayar que los padres deben tener mucho cuidado cuando hablan de ellos mismos, ya que podrían cometer los mismos errores señalados y transmitir la idea de que las frases que emiten juicios crueles hacia la propia persona son normales. Recordemos que los niños copian lo que hacen sus mayores.
Recomendaciones finales
Para desarrollar el sentimiento de valía personal en los hijos es importante que éstos se sientan queridos por las personas más significativas de su entorno familiar; por ello, la clave del éxito reside en que los padres mejoren e incrementen la comunicación a través de medidas como las siguientes:
- Ser auténticos, honestos y espontáneos con los chicos, haciendo lo posible por no contradecir los valores que se intentan transmitir y procurando no proyectar los temores e inseguridad de los adultos de la familia hacia el niño.
- Dedicar al pequeño el tiempo que sea necesario, pues entre más íntima sea la relación con éste, más fuerte será la convicción respecto a su valía personal.
- Compartir distintos aspectos de la vida con los hijos. A los pequeños les encanta escuchar anécdotas ocurridas a sus padres, y también les gusta que sus progenitores les lleven a sus lugares de trabajo o a los sitios que frecuentan con sus amistades. Estos aspectos favorecen que el niño se sienta importante en la vida de sus seres más queridos.
- Solicitar ayuda y consejo a su hijo. El hecho de asignar responsabilidades al niño contribuye a desarrollar sentimiento de confianza y, además, si se consulta su opinión (la cual se solicita, mas no se exige) aumentará su sentido de valía personal.
- Trasmitir mensajes verbales y no verbales coherentes. Los niños son muy sensibles al lenguaje gestual; por tal motivo, se debe tener en cuenta que la distancia física, la velocidad del habla y expresión facial sean coherentes con el mensaje que se transmite.
- En cuanto a las actividades escolares, se evitará etiquetar a los niños como perezosos, “burros” o vagos. Asimismo, deben hacerse a un lado las comparaciones, castigos y críticas a los errores y “fracasos”, en tanto que se procurará enfatizar el valor de realizar un buen esfuerzo, sin importar tanto el resultado.
Por último, debemos recordar que el niño inseguro que no recibe atención adecuada tiene el riesgo de convertirse en un adolescente o adulto con problemas para defender sus derechos o expresar sus opiniones. Yendo más lejos, la baja autoestima se ha identificado como factor de influencia en el abuso de drogas, embarazos no deseados, depresión e incluso trastornos de la alimentación como anorexia (pérdida de peso por dejar de comer y someterse a intensas rutinas de ejercicio) o bulimia (episodios repetidos de excesivo consumo de alimentos seguidos de vómito o uso de laxantes). Por ello, no hay mejor recomendación que hacer lo posible por evitar riesgos desde temprana edad, y enriquecer la seguridad del chico.