martes, 24 de marzo de 2009

¿Con quién dejamos a nuestros hijos?

Se requiere niñera: firme, respetable, nunca insensata. Una niñera debe ser un general (…). Debe dar órdenes. Sus herramientas deben ser la tradición, la disciplina y las normas". Con tan peculiar anuncio, Mr. Banks, el atribulado padre de la película Mary Poppins, pretende encontrar, después de ver a varias nannys huir en estampida, a una persona para "moldear a su progenie". Y es que, como él mismo dice, elegirla "es un asunto importante y delicado".

Las preocupaciones de Mr. Banks no son nada comparadas con las que hoy viven miles de parejas. La búsqueda de niñera ha dejado de ser un privilegio de la clase pudiente para convertirse en una necesidad acuciante de quienes compatibilizan la tarea de ser padres con la, a menudo, extensa jornada laboral. La canguro ya no es un parche gracias al cual los cónyuges pueden salir juntos una noche a la semana; es una pieza insustituible que les permite, sencillamente, ganarse el pan..., y con ello pagar la hipoteca, la gasolina y hasta a la propia niñera. En 2004, las 5.350.400 mujeres españolas que trabajan fuera de casa de entre 20 y 49 años tuvieron 240.600 hijos (del total de 416.518). A los cuatro meses, cuando la mayoría tiene que reincorporarse a su puesto, todas estas madres y sus parejas se plantean la gran pregunta: "¿Qué hacemos con él?". Según datos de Más Vida Red, firma que ofrece soluciones a las empresas para la conciliación de la vida familiar y laboral de los trabajadores (masvidared.com), unos 15.000 pequeños seguirán gozando de la compañía de sus madres, que pedirán una excedencia; 20.000 irán a una guardería; el resto, unos 200.000, quedarán encomendados a un tercero.

A veces, la cercanía de los abuelos, tíos, etcétera, hace posible que todo quede en casa, mejor dicho, en familia, pero, otras muchas, esta opción no existe.

Desde que tienen meses hasta bien entrada la edad escolar, miles de niños cuentan con una nanny que permite a sus atareados padres trabajar sin agobios. "En nuestro gremio, el del espectáculo, no tenemos ninguna posibilidad de acudir a una guardería: cuando vamos a trabajar es cuando las cierran. Para todos nosotros, tener una niñera no es un capricho; es una colaboradora que cubre nuestros horarios profesionales", comenta la actriz y productora Silvia Marsó. Desde hace más de dos años, Marsó tiene como colaboradora a Natalia, una ucraniana que hoy por hoy, le permite representar en el Teatro Infanta Isabel de Madrid Aquí no paga nadie con la tranquilidad de que su hijo David está en buenas manos.

Lo difícil es dar con la niñera —normalmente una mujer, que nos perdonen por el uso del femenino los pocos hombres que se dedican a este oficio— idónea. Tener la fortuna de cara o de espaldas es determinante. Carina Szpilka, directora general de Hipoteca Naranja de ING Direct, tuvo suerte. Primero porque su empresa se muestra "muy flexible" ante las necesidades familiares de sus empleados, y segundo, porque, a través de una recomendación, dio hace casi tres años con Blanca, una ecuatoriana que vive interna en su casa para ocuparse de sus tres hijas de cuatro, dos años y cinco meses. Tiene toda su confianza: "Por una parte es joven (22 años), con lo que puede seguir el ritmo de las niñas; por otra, posee sentido común y responsabilidad".

Otros, sin embargo, no han sido tan afortunados. "Volvimos pronto a casa y encontramos al niño gateando solo en el comedor, entre los enchufes, mientras la empleada que teníamos entonces cenaba en la cocina", relata Silvia Marsó, que ha visto pasar por su casa —y lo que es más importante, por su vida y la de su hijo— a más de 10 niñeras. "Otra se lo llevaba a un bar a ver a su novio", añade. ¿Asusta? En una simple charla en un parque infantil, la tempestad de quejas arrecia y, por cierto, tanto respecto a empleadas españolas como a extranjeras. Hay quien se pone a trabajar en esto sin saber hablar español. Y quien avisa un lunes de que el viernes deja el trabajo, es decir, al niño solo y a sus padres desesperados.

En Internet, más que en la prensa, se pueden encontrar miles de anuncios del tipo: "Deseo encontrar una persona a la que le gusten los niños y sea responsable" o —además de lo anterior, que es la petición más reiterada— "simpática y cariñosa. No fumadora". En ocasiones, el anuncio lo pone la propia niñera, en el supermercado, en la panadería... y, a veces, lo que funciona es el boca a boca. Gracia Pérez, madre de dos niños, Juan (4 años) y Candela (uno), ha probado ambos sistemas. Y ha tenido suerte: las dos mujeres que se ocupan de sus hijos, una por la mañana —a quien localizó por medio de un anuncio— y otra por la tarde —por familiares—, tienen toda su confianza. Pero eso no quita para que los primeros días le asaltaran las dudas. "El niño tenía cuatro meses. Dejas a un bebé con alguien de quien no sabes nada, le das la llave y te vas... Es imposible no sentir aprensión", rememora.

"Es muy difícil para las familias seleccionar a una persona", señala Alberto F. García-Francos, director de Más Vida Red. "Si se hace por una recomendación de amigos o familiares y tienes mucha, muchísima suerte, en cuatro o cinco días puedes tenerlo resuelto, pero la elegida cumplirá sólo el 20 ó 30% de tus expectativas iniciales, porque ha sido seleccionada para otra casa, para niños de otras edades o con otras necesidades", añade Moisés Correa, director del Centro de Selección y Colaboración (www.empleadosdomesticos.com), una empresa dedicada a reclutar personal doméstico.

Otra opción es recurrir, como hicieron Leire y su pareja, a una empresa especializada (eso sí, eligiéndola bien, porque, según las familias, algunas llegan a proponer candidatas en situación irregular). En este caso, la seguridad es mayor porque el personal cumple, de partida, unos mínimos. Si la empresa es seria, "en dos a tres días, a veces en menos, el problema puede estar resuelto", asegura Correa. Ahora bien, ya sea con uno u otro sistema, ¿cómo acertar?

Lo primero es tener claras las funciones de la niñera y qué actividades queremos que comparta con el niño. "Hay estudios que recomiendan que éste permanezca con alguno de sus padres los dos primeros años de vida, pero eso no quiere decir que tenga que estar las 24 horas con ellos", señala Elena Gradillas, directora de Miniclub.com, web que incluye un servicio (icanguro.com) que permite que padres y cuidadores entren en contacto. "Mi opinión es que la madre debe estar el máximo tiempo posible con el niño los primeros 12 meses, porque es completamente dependiente y necesita oír su voz, olerla, sentir su calor..., aunque una niñera puede ocuparse un par de horas de él para que ella descanse", añade.

Sin embargo, el permiso de maternidad tiene una fecha de caducidad bastante más acuciante: cuatro meses. Hay que confiar en alguien que debe asumir una tarea muy importante: estimularlo. No basta con que lo lave y le cambie los pañales, debe mantener una estrecha relación con él, poner mayor énfasis en desarrollar actividades que fomenten su inteligencia, pero también, en inculcarle rudimentos éticos, como la diferencia entre el bien y el mal. No cabe duda, pues, de que la labor de la niñera no es baladí: durante las horas que permanezca con él, será su principal referente.

Todo lo anterior justifica ser muy exigente. Primero, hay que comprobar que la niñera tiene la edad adecuada (no es recomendable por debajo de los 18, aunque lo esencial es su madurez), que maneje bien el idioma... En cuanto a su formación, "si el niño tiene menos de 2 años, es recomendable que haya estudiado Puericultura", señala Elena Gradillas, aunque otros expertos no lo creen estrictamente necesario. Depende, también, de cuánto queramos —podamos— gastar: unos 600 euros al mes por ocho horas diarias, si no tiene estudios específicos; unos 900, con ellos. Más, claro está, la seguridad social. "El 80% del personal que colocamos pertenece al primer grupo", apunta Moisés Correa.

Después de contrastar las referencias, llega el momento más importante: la entrevista personal. Cualidades necesarias como la iniciativa, la paciencia, la madurez, la actitud cariñosa, si trabaja en esto por obligación o por verdadera vocación... se verán allí. Es recomendable enfrentar a la potencial canguro, de sopetón, a casos concretos —"si el niño hace tal, ¿qué harías?"— y que, al final de la charla, sin previo aviso, los niños irrumpan en la estancia. Los padres se harán a un lado para observar qué ocurre, si los niños le gustan, si hace por ganárselos... Para Marga Valderas, madre de Laura, de 6 años, y los mellizos Daniel y Alba, de casi uno, ése fue el aspecto determinante a la hora de contratar a su actual niñera. El Centro de Selección y Colaboración le había ofrecido cuatro candidatas, pero a Yolanda, los pequeños la aceptaron de inmediato. Padres y madres deben desechar cualquier sentimiento de culpabilidad por tener que dejar al niño en manos ajenas. "Nosotros recomendamos a los padres estar el máximo tiempo posible con los niños y, en las horas que queden, combinar niñera y guardería, si el coste lo permite", señala el director de Más Vida Red. "Casi todas las madres sienten en algún momento celos de la niñera", cuenta Moisés Correa, "el niño da los primeros pasos y ella no está ahí... ¿Cómo abordarlo? Considerando que es buen síntoma que el hijo la quiera. Usando el móvil. Y haciendo que las horas que pasemos con él sean muy intensas", añade.

Ver para creer. Y llega la hora de formalizar la relación laboral. "Debemos contratar a la canguro antes de reincorporarnos al trabajo, para observarla unos días", afirma Nora Rodríguez, pedagoga y autora de varios libros, entre otros, Guerra en las aulas (Temas de hoy). Es lo que hizo Emilio Bringas, el padre de Darío, que el 1 de abril cumple 2 años. Su mujer, Abigail Blanco, se reincorporó antes a su puesto para que él pudiera tomarse un mes de permiso —algo que sólo hace un 1,52% de los hombres— para estar con María Elena, la niñera que acababan de contratar, y su hijo, y comprobar in situ cómo trabajaba.

Pero ojo, porque no es sólo la niñera quien tiene que satisfacer nuestras expectativas. Los padres, como empleadores, tienen unos deberes, que repercutirán, además, en el buen trabajo de aquélla. "Como cualquier otro trabajador, necesita estar motivada", recalca García-Francos. Y añade: "Necesita un salario digno, conforme a la ley, y también que la felicitemos, sentirse valorada, querida, algo que va a transmitir a nuestros hijos". Pero en este sector abunda la contratación irregular y el trabajo de inmigrantes sin papeles: en España, según datos de la Encuesta de Población Activa, hay unas 450.000 personas dedicadas al servicio doméstico, de las que sólo 180.000 están afiliadas a la Seguridad Social. Con la regularización de inmigrantes puesta en marcha por el Gobierno (finaliza el 7 de mayo) quizá esta situación cambie. Hasta ahora, era difícil para las familias sumergirse en el marasmo de papeles y trámites que conllevaba tener todo en regla, sobre todo cuando, al menos en las grandes ciudades, "escasea la oferta de personal en situación regular", explica García-Francos. Algunos padres se quejan de que, aun queriendo, no han podido resolverlo. Pero también es cierto que, en algunos casos, supone ahorrarse la seguridad social del empleado e incluso pagarle menos de lo estipulado. Obviamente, contratar a alguien ocho horas no es barato.

Sin un salario digno, es más que posible que nuestra niñera nos abandone pronto en busca de un trabajo mejor. Pero también puede ser que, simplemente, no nos convenza del todo o quizá cambie su residencia y ya no pueda hacerse cargo de nuestro hijo... Abundan las familias que han cambiado de niñera no una, sino dos, tres, y hasta 14 veces en un solo año. Para Nora Rodríguez, esto supone para el niño una pésima escuela emocional: "Si se cambia constantemente de canguro, los niños aprenden a tener vínculos débiles y creen que no hay que cuidarlos, algo que luego trasladan a sus relaciones. Yo lo relaciono, incluso, con la violencia", apunta.

Lo más importante, y vale la pena recordarlo, es que "ante cualquier signo de violencia —un simple chichón, por ejemplo— o de descuido, como un eccema en la zona de los pañales, hay que iniciar un proceso de vigilancia, nunca descartarlo, por muchas explicaciones que dé la niñera". En caso de duda, mejor cambiar.

Sin llegar a la psicosis, es recomendable, al principio del día, darle a la canguro instrucciones muy concretas —y en el caso de ser inmigrante, comprobar que lo entiende bien, por las diferencias culturales y de lenguaje— y verificar su cumplimiento. Al concluir su jornada es "casi obligatorio", según resalta Correa, preguntar a la niñera por cómo ha ido el día. Para paliar la inquietud, y ante cualquier duda, es recomendable utilizar tácticas como, por ejemplo, volver alguna vez a casa de improviso y con una buena excusa, claro.

Para terminar, la niñera no sólo debe convencer a los padres, sino también al niño. Los críos de Mr. Banks reelaboraron el anuncio de su padre, pidiendo una nanny alegre, dulce, guapa, que les diese dulces, que no les regañase... y hasta sin verrugas. No hay que exagerar, pero sí debe haber un sano equilibrio entre el gusto de los niños y la autoridad. Es más, la actitud de los pequeños hacia su cuidador es uno de los mejores síntomas de quién funciona y quién no. Lo relata Carina Szpilka: "Lo sabes ya desde la primera semana, según cómo veas a los niños, si tienen ganas de quedarse con ella, si juegan, si se ríen, si le obedecen...".

Belén López, profesional de la comunicación, despidió a su niñera precisamente el día que tenía concertada una entrevista para este reportaje. "Es necesario que se profesionalice, que exista un mecanismo que acredite que tienen unos conocimientos, unas prácticas, que les gustan los niños", reclama. Mientras tanto, sencillamente, "dejas al niño con alguien a quien acabas de conocer. Es muy agobiante; hay gente muy buena en esto, pero también hay gente que no lo es", concluye Marsó. Tanto ella como Gracia, Marga, Leire, Carina y Emilio respiran hoy tranquilos, confiados en quienes velan por sus hijos. Para el resto: suerte, padres.

Fuente : El Mundo

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