lunes, 15 de marzo de 2010

¿Qué hacer cuando nuestros hijos dicen "palabrotas"?


La independencia que van probando poco a poco los niños les induce a probar el límite de lo permitido. Saltan, corren, comen y se visten solos, y cada día descubren el poder del lenguaje. Decir "palabrotas "es un ejemplo de ello, principalmente cuando comparten actividades o patio con niños más mayorcitos.

¿Qué es una palabrota?
Una palabrota surge normalmente cuando el niño descubre y utiliza el poder del lenguaje para expresarse. Cronológicamente podemos situar esta circunstancia entre los 3 y los 5 años de edad, cuando el niño va al "colegio de mayores". Es una etapa más por la que pasa algunos niños. Sin embargo, una palabrota en boca de un niño de estas edades es "nada" si la despojamos de la carga expresiva que acarrea. Cuando un niño dice "Tonta" o "Imbécil", dirigiéndose a su mamá, no desea hacernos llegar el significado de estas palabras. Lo más probable es que lo haga porque es incapaz de encontrar palabras como éstas para expresar su estado de ánimo. Lo importante es estas situaciones es que los padres canalicen los sentimientos negativos y las palabrotas de los niños a otras formas de expresión.

¿Qué has dicho? Pregunta una madre disgustada al hijo que acaba de soltar una palabrota. ¿Será esta la mejor manera de reñir para evitar a que los hijos digan palabrotas? Qué podemos hacer los padres ante las palabrotas de nuestros hijos, considerando que cada familia sitúe al niño en los límites que considera aceptable, ya que no a todos nos "ofenden" las mismas palabras. Les reproduzco un resumen de las recomendaciones:

1- Dar ejemplo. Si no quieres que tu hijo diga palabrotas, no las digas tú. Además, lo que se ha oído no puede reproducirse ni imitarse.
2- Evitar reír o sonreír ante cualquier palabrota. Por más graciosa que pueda resultar una expresión o alguna palabrota, reírse de ella es un error porque incita al niño a repetirla.
3- Explicar de forma sencilla y clara que estas palabras ofenden, molestan, que no son respetuosas y que sí se las dijeran a él, tampoco le gustaría que le trataran así.
4- Mantener la calma y no darle demasiada importancia ya que una actitud en exceso afectada por parte del adulto puede producir el efecto contrario. Que el niño sienta que las palabras groseras no son la mejor forma de llamar la atención de sus padres. Lo mejor es reconducir esta etapa con naturalidad para que las palabrotas "pierdan su poder" y su efecto para el niño.
5- Ofrecer alternativas. Aportar otras palabras a un sentimiento o situación en la que se encuentra el niño. Cada familia puede adoptar las palabras de su entorno cultural y social que sean más oportunas. Enseñar a los niños, por ejemplo, que es mejor decir a su hermano que está disgustado porque le has roto el cochecito, que llamarle de "imbécil" o de "burro". Los padres pueden inventar alguna palabra nueva y divertida para sustituir a una de las ofensivas.
6- Ofrecer lecturas para incrementar el vocabulario del niño y hacerle descubrir nuevas palabras, expresiones, exclamaciones,…más divertidas.

Si la situación persiste, tal vez los padres deberían valorar otras causas, por ejemplo, se dan suficiente atención al niño o si están siendo demasiado rígidos con su educación. Puede que el niño esté utilizando los insultos sólo para llamar la atención de sus padres. Puede ocurrir que si se porta bien no le hagan tanto caso como cuando él se porta mal.

Bookmark and Share

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios hacen crecer este blog. Muchas gracias.