Una nueva investigación sugiere que cuando se trata de obtener placer del alcohol, menos podría ser más. Los experimentos en ratas sugieren que una cantidad baja o moderada de alcohol libera químicos cerebrales que hacen sentir bien llamados betaendorfinas, pero esta actividad disminuye a medida que aumenta el consumo de alcohol.
"Beber bajas cantidades de alcohol está asociado con una euforia leve, reducción de la ansiedad y sensación general de bienestar, mientras que beber grandes cantidades de alcohol está asociado con efectos hipnóticos, sedantes y a menudo con mayor ansiedad", dijo la autora del estudio Christina Gianoulakis, profesora de psiquiatría y fisiología del Instituto Universitario de Salud Mental Douglas y la Universidad de McGill en Montreal.
El mensaje final: "Si después de consumir dos bebidas alcohólicas un individuo no experimenta los efectos placenteros del alcohol, él o ella debe dejar de beber en ese momento", dijo Gianoulakis.
En el estudio, los investigadores inyectaron a ratones machos de laboratorio una solución salina o alcohol y registraron los niveles de compuestos químicos cerebrales opiáceos como endorfinas, encefalinas y dinorfinas.
Los roedores que recibieron los niveles bajos y moderados de alcohol aumentaron sus niveles de betaendorfinas, que producen una sensación de bienestar en los humanos, mientras que los que recibieron los niveles más altos no experimentaron estos efectos. Las mismas dosis no alteraron los niveles de los otros dos opiáceos, encefalinas y dinorfinas.
Las dosis altas de alcohol no accionaron la misma liberación de betaendorfinas, halló el equipo.
Los resultados del estudio se publicaron en la edición en línea del 19 de marzo de la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research y estarán disponible en la edición impresa de junio.
Además de ayudar a explicar el "subidón" que trae consigo el consumo social y moderado de alcohol, la investigación podría tener implicaciones para el tratamiento del alcoholismo, dijeron los expertos.
"Siempre estamos en búsqueda de medicamentos que se puedan usar con los alcohólicos para disminuir las ansias de tomar y la dependencia", apuntó el Dr. Marc Galanter, director de la división de alcoholismo y abuso de drogas del departamento de psiquiatría de la Facultad de medicina de la Universidad de Nueva York en esta misma ciudad. "Por ello, todo este sistema neurotransmisor es un área en la que podríamos encontrar medicamentos útiles".
Aunque actualmente se recetan medicamentos para tratar el alcoholismo que actúan sobre los compuestos químicos cerebrales, Gianoulakis especuló que la investigación en el futuro podría conducir a terapias aún más focalizadas.
"Entre los tratamientos actuales que tratan el alcoholismo se encuentra la administración de sustancias que bloquean la actividad de los péptidos opiáceos de forma no específica [todos los péptidos opiáceos en todas las regiones cerebrales]", explicó. "Nuestros hallazgos sugieren que se debe desarrollar un método más focalizado mediante el bloqueo de la actividad de la betaendorfina en el área tegmental ventral [del cerebro]".
Sin embargo, los investigadores señalan que se necesitan investigaciones adicionales para entender mejor la relación entre el alcohol y las endorfinas y para desarrollar mejor los tratamientos para tratar la enfermedad, empezando con estudios de seres humanos que realmente consuman alcohol.
"Este es un estudio de laboratorio, por lo que no es fácil extrapolar efectos específicos del estudio a personas en situaciones de la vida real", dijo Galanter. "Aunque sí ilustra cómo todo ese dominio es importante en la investigación del tratamiento del alcoholismo".
Hasta que no se saquen conclusiones definitivas, los especialistas en adicción y los médicos continúan recomendando a los adultos sanos que consuman alcohol con moderación.
"El consumo de grandes cantidades de alcohol no sólo no aumentará la liberación de endorfinas ni producirá la sensación de bienestar, sino que podría estimular otros sistemas del cerebro, lo que puede conducir al desarrollo de ansiedad y depresión", dijo Gianoulakis. "Mi consejo es que todo el mundo beba menos alcohol, porque más no es necesariamente mejor".
Fuente : Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo EE. UU.
"Beber bajas cantidades de alcohol está asociado con una euforia leve, reducción de la ansiedad y sensación general de bienestar, mientras que beber grandes cantidades de alcohol está asociado con efectos hipnóticos, sedantes y a menudo con mayor ansiedad", dijo la autora del estudio Christina Gianoulakis, profesora de psiquiatría y fisiología del Instituto Universitario de Salud Mental Douglas y la Universidad de McGill en Montreal.
El mensaje final: "Si después de consumir dos bebidas alcohólicas un individuo no experimenta los efectos placenteros del alcohol, él o ella debe dejar de beber en ese momento", dijo Gianoulakis.
En el estudio, los investigadores inyectaron a ratones machos de laboratorio una solución salina o alcohol y registraron los niveles de compuestos químicos cerebrales opiáceos como endorfinas, encefalinas y dinorfinas.
Los roedores que recibieron los niveles bajos y moderados de alcohol aumentaron sus niveles de betaendorfinas, que producen una sensación de bienestar en los humanos, mientras que los que recibieron los niveles más altos no experimentaron estos efectos. Las mismas dosis no alteraron los niveles de los otros dos opiáceos, encefalinas y dinorfinas.
Las dosis altas de alcohol no accionaron la misma liberación de betaendorfinas, halló el equipo.
Los resultados del estudio se publicaron en la edición en línea del 19 de marzo de la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research y estarán disponible en la edición impresa de junio.
Además de ayudar a explicar el "subidón" que trae consigo el consumo social y moderado de alcohol, la investigación podría tener implicaciones para el tratamiento del alcoholismo, dijeron los expertos.
"Siempre estamos en búsqueda de medicamentos que se puedan usar con los alcohólicos para disminuir las ansias de tomar y la dependencia", apuntó el Dr. Marc Galanter, director de la división de alcoholismo y abuso de drogas del departamento de psiquiatría de la Facultad de medicina de la Universidad de Nueva York en esta misma ciudad. "Por ello, todo este sistema neurotransmisor es un área en la que podríamos encontrar medicamentos útiles".
Aunque actualmente se recetan medicamentos para tratar el alcoholismo que actúan sobre los compuestos químicos cerebrales, Gianoulakis especuló que la investigación en el futuro podría conducir a terapias aún más focalizadas.
"Entre los tratamientos actuales que tratan el alcoholismo se encuentra la administración de sustancias que bloquean la actividad de los péptidos opiáceos de forma no específica [todos los péptidos opiáceos en todas las regiones cerebrales]", explicó. "Nuestros hallazgos sugieren que se debe desarrollar un método más focalizado mediante el bloqueo de la actividad de la betaendorfina en el área tegmental ventral [del cerebro]".
Sin embargo, los investigadores señalan que se necesitan investigaciones adicionales para entender mejor la relación entre el alcohol y las endorfinas y para desarrollar mejor los tratamientos para tratar la enfermedad, empezando con estudios de seres humanos que realmente consuman alcohol.
"Este es un estudio de laboratorio, por lo que no es fácil extrapolar efectos específicos del estudio a personas en situaciones de la vida real", dijo Galanter. "Aunque sí ilustra cómo todo ese dominio es importante en la investigación del tratamiento del alcoholismo".
Hasta que no se saquen conclusiones definitivas, los especialistas en adicción y los médicos continúan recomendando a los adultos sanos que consuman alcohol con moderación.
"El consumo de grandes cantidades de alcohol no sólo no aumentará la liberación de endorfinas ni producirá la sensación de bienestar, sino que podría estimular otros sistemas del cerebro, lo que puede conducir al desarrollo de ansiedad y depresión", dijo Gianoulakis. "Mi consejo es que todo el mundo beba menos alcohol, porque más no es necesariamente mejor".
Fuente : Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo EE. UU.
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