ePara formar la confianza en sí mismo de un niño, juegan un rol importante los padres, familiares y personas cercanas a él, un niño que se siente protegido y guiado será un niño seguro en sí mismo; es muy diferente un niño que tiene a mamá o a la nana como un esclavo que debe seguirlo, acompañarlo en cada movimiento que realizan y hacerles todo lo que quieren, hasta aquella torre del bloques que el niño no puede hacer solo.
Cuando se sobreprotege a los niños lo único que se consigue es crear dependencia del niño hacia el adulto (padres, nana, etc.), no tolerará quedarse solo, no podrá jugar solo, no podrá hacer sus cosas e inclusive jugar sin la ayuda de un adulto, y cuando tenga que hacerlo llorará y se angustiará mucho.
Si se deja al niño vivir sus experiencias con una supervisión moderada, el niño adquirirá la seguridad que le permitirá desenvolverse sin necesidad de tener a alguien “pegado” a él, sin temor a quedarse solo; un claro ejemplo es cuando el niño es capaz de dejarlo salir de casa sin quedarse llorando desconsoladamente y más bien que el niño se pueda despedir de usted. Los padres deben dirigir al niño, llevarlo a lugares novedosos e interesantes, alabarlo cuando consiguen una meta, incentivarlo a compartir con otros niños, consolarlo cuando fracasan y darle ánimo para seguir intentando.
Al corregir al niño no se le debe amenazar con castigos que le den temor “si sales a la calle te va a llevar el loco”, “si te portas mal te voy a regalar”, “si te despiertas de noche te va a comer el cuco”, “si no obedeces me voy a ir de la casa”, son amenazas que sólo traen como consecuencia herir al niño volviéndolo temeroso.
Nunca se debe ridiculizar o avergonzar a un niño, “los niños no lloran”, “qué feo estás hoy”, “mira que vergüenza de trabajo” son frases que no se deben decir; la actitud debe ser positiva, si el niño llora se le debe de abrazar, dejarlo llorar un momento y tratar de consolarlo, siempre se debe averiguar qué es lo que está causando el llanto o algún comportamiento malo.
Siempre se debe preparar al niño para lo que vendrá, si toca la vacuna se le debe decir claramente que le dolerá pero que pronto pasará, si usted va a salir a la calle debe decirle que va a salir y que regresará a determinada hora o al anochecer, de ninguna manera lo engañe diciéndole que no le dolerá o saliendo a escondidas porque sólo conseguirá que él no confíe en usted, la persona más importante en su vida.
Y sobretodo, el niño necesita de mucho cariño, amor, que se demuestra con palabras, acciones, caricias; no nos cuesta nada hacerlo pero los beneficios son muchos. Algunas acciones a tomar podrían ser :
“Elogio cosas específicas”
“Elogie el comportamiento que usted quiere que se repita; por ejemplo: ‘Qué bien que has prestado atención’, o ‘gracias por haber hecho enseguida lo que te pedí’”, dice la terapeuta Mary Linscomb. “Esto también (aumenta las posibilidades de que los niños) obedezcan en el futuro”. Sin embargo, decirle a los niños que son listos, en general, puede crear temor al fracaso o hacerles dudar a la hora de emprender nuevas actividades, añade Joelle Vessels, directora de Children and Family Services en el condado de Ventura.
“Es tan importante elogiar cosas específicas que hace mi hijo”, dice Brigid Gaffikin—madre de dos niños en San Francisco—”y alentarlo sin desvirtuar el significado del elogio. Así, si él juega bien con otros niños le agradecemos por ser considerado y atento, y por compartir. Somos específicos [para dejar claro] de qué estamos orgullosos en particular. ¡No voy a decir ‘buen trabajo!’ cada vez que termina el desayuno o sube la escalera de cuerdas en el patio de juegos”, agrega.
“Trato de ayudar a Kelly y Christopher a sentirse bien con ellos mismos haciéndoles preguntas: “¿Qué te parece el dibujo que has hecho?” O, por ejemplo, “parece que estás muy orgulloso de cómo has jugado hoy”, dice Philpott. Estas preguntas “hace que miren hacia sí mismos y eso tienen un valor incalculable”, agrega.
“Hablo con ella mientras voy haciendo las cosas”
Cuando su hija Ainsley jugaba a un juego de ‘ir al parque’, la madre de San Carlos Jenny Waddell se dio cuenta de que el juego “sólo copia lo que hacemos en la vida real cuando vamos al parque, excepto que ella es la mamá y yo soy la niña. Esto me mostró realmente que ella lo está observando todo. Desde cepillarme los dientes hasta vestirme, hablo con ella mientras voy haciendo las cosas para ayudarle a entender qué estoy haciendo y por qué”.
Bernadette Shu, madre de dos niños en Belmont, alienta a su hijo a probar nuevas actividades preguntándole: “‘Andrew, ¿qué ves? ¿Qué es esto?’ Si él no contesta le explico y añado comentarios como ‘¡es divertido! o ¡uh, mira eso!’ Entonces le pregunto si quiere intentarlo”. Shu también hace referencia a algún libro que hayan leído sobre esa actividad y a veces participa hasta que él se sienta cómodo solo.
Vessels sugiere que los padres se hagan eco de lo que el niño dice o hace. Por ejemplo, cuando un niño dice: “Mi perrito se está divirtiendo con el animal de peluche de Billy”, los padres pueden decir: “¡Oh, mira, tu perrito está divirtiéndose con el animal de peluche de Billy”. O, también, si el niño está haciendo galopar un caballo de plástico sobre la mesa el padre puede agarrar un caballo similar y hacer que galope”. Esto hace que los niños se sientan escuchados y valorados, agrega.
“Está bien cometer errores”
“Dejamos que Dominic y Vincent prueben las cosas de principio a fin”, explica Julie Agrella, madre de dos gemelos de cuatro años en Elk Grove. “Sabemos que van a cometer errores—así es como aprenden—pero es nuestro trabajo hacerles saber que está bien frustrarse y que no consigan que les salga bien la primera vez. Si jugamos con un rompecabezas y veo que comienzan a sentirse (realmente) frustrados, hablo con ellos a medida que vamos haciendo el rompecabezas”.
“Si Andrew sufre un accidente de hacerse pis encima me mira con cara de decepción”, dice Shu. “Aceptar sus errores no es fácil para él, por eso le estoy enseñando que cometer errores está bien. Trato mis propios errores con un simple “oh oh, Spaghettio” y luego explico en voz alta como podría enmendar el error. Le pregunto si él tiene alguna idea y disfruta ayudándome a solucionar mi problema”.
Shu ayuda a Andrew a usar este proceso cuando el niño se topa con algún problema, ya sea una pieza del rompecabezas que no encaja o dificultad para identificar las letras. “Cuando Andrew oye que le digo: ‘Sé que puedes hacerlo’ se le forma una sonrisa y su frustración se desvanece”, añade.
“Eso les enseña a compartir”
Agrella trata de celebrar los puntos fuertes de cada niño en vez de hacerles sentir que compiten el uno con el otro. “Es difícil con gemelos porque siempre se les está comparando”, dice.
“A uno le encanta el béisbol, al otro le encanta el golf, pero siempre jugamos a ambos juegos en familia”, dice ella. “Se frustran con facilidad, pero esto les enseña a compartir su tiempo y a intentar algo que no se les da tan fácilmente. Los alentamos durante todo el proceso”. Ella y su marido se ponen el uno al otro como ejemplo con cosas como: “Mira la manera en que mamá corre de base a base”. Así no están comparando a un gemelo con el otro, añade.
“Apóyese en la solidez de la familia”
“En la cultura latina”, dice Katie Stokes-Guinan, de Grail Family Services en San José, “hay una gran soli-dez en los lazos familiares y respeto por los mayores. Saber que hay tantas personas detrás de tí fomenta la confianza”.
Lalaine Frankel, madre de cuatro niños, maestra y educadora de padres en Little Hands en Belmont, dice que sus niños hacen tareas domésticas simples como poner la mesa y sacar la basura. Así, añade, los niños sienten la satisfacción de contribuir a la familia.
Ayude a los niños a que sientan que tienen algo de control
“Recuerdo a Tobin viniéndose abajo”, dice Gaffikin, “una vez que hice que se diera prisa para bajarse del autobús mientras estaba entretenido con otra cosa. Ahora le digo que cuando salte la alarma, en dos minutos, es tiempo para el baño”. Gaffikin dice que estas advertencias ayudan a Tobin a sentir un poco de control sobre su entorno.
Waddell asigna tiempo extra para que Ainsley se ponga los zapatos. Ella aún tiene que atárselos, pero espera “a intervenir hasta que Ainsley me pida ayuda”, dice.
Cuando se sobreprotege a los niños lo único que se consigue es crear dependencia del niño hacia el adulto (padres, nana, etc.), no tolerará quedarse solo, no podrá jugar solo, no podrá hacer sus cosas e inclusive jugar sin la ayuda de un adulto, y cuando tenga que hacerlo llorará y se angustiará mucho.
Si se deja al niño vivir sus experiencias con una supervisión moderada, el niño adquirirá la seguridad que le permitirá desenvolverse sin necesidad de tener a alguien “pegado” a él, sin temor a quedarse solo; un claro ejemplo es cuando el niño es capaz de dejarlo salir de casa sin quedarse llorando desconsoladamente y más bien que el niño se pueda despedir de usted. Los padres deben dirigir al niño, llevarlo a lugares novedosos e interesantes, alabarlo cuando consiguen una meta, incentivarlo a compartir con otros niños, consolarlo cuando fracasan y darle ánimo para seguir intentando.
Al corregir al niño no se le debe amenazar con castigos que le den temor “si sales a la calle te va a llevar el loco”, “si te portas mal te voy a regalar”, “si te despiertas de noche te va a comer el cuco”, “si no obedeces me voy a ir de la casa”, son amenazas que sólo traen como consecuencia herir al niño volviéndolo temeroso.
Nunca se debe ridiculizar o avergonzar a un niño, “los niños no lloran”, “qué feo estás hoy”, “mira que vergüenza de trabajo” son frases que no se deben decir; la actitud debe ser positiva, si el niño llora se le debe de abrazar, dejarlo llorar un momento y tratar de consolarlo, siempre se debe averiguar qué es lo que está causando el llanto o algún comportamiento malo.
Siempre se debe preparar al niño para lo que vendrá, si toca la vacuna se le debe decir claramente que le dolerá pero que pronto pasará, si usted va a salir a la calle debe decirle que va a salir y que regresará a determinada hora o al anochecer, de ninguna manera lo engañe diciéndole que no le dolerá o saliendo a escondidas porque sólo conseguirá que él no confíe en usted, la persona más importante en su vida.
Y sobretodo, el niño necesita de mucho cariño, amor, que se demuestra con palabras, acciones, caricias; no nos cuesta nada hacerlo pero los beneficios son muchos. Algunas acciones a tomar podrían ser :
“Elogio cosas específicas”
“Elogie el comportamiento que usted quiere que se repita; por ejemplo: ‘Qué bien que has prestado atención’, o ‘gracias por haber hecho enseguida lo que te pedí’”, dice la terapeuta Mary Linscomb. “Esto también (aumenta las posibilidades de que los niños) obedezcan en el futuro”. Sin embargo, decirle a los niños que son listos, en general, puede crear temor al fracaso o hacerles dudar a la hora de emprender nuevas actividades, añade Joelle Vessels, directora de Children and Family Services en el condado de Ventura.
“Es tan importante elogiar cosas específicas que hace mi hijo”, dice Brigid Gaffikin—madre de dos niños en San Francisco—”y alentarlo sin desvirtuar el significado del elogio. Así, si él juega bien con otros niños le agradecemos por ser considerado y atento, y por compartir. Somos específicos [para dejar claro] de qué estamos orgullosos en particular. ¡No voy a decir ‘buen trabajo!’ cada vez que termina el desayuno o sube la escalera de cuerdas en el patio de juegos”, agrega.
“Trato de ayudar a Kelly y Christopher a sentirse bien con ellos mismos haciéndoles preguntas: “¿Qué te parece el dibujo que has hecho?” O, por ejemplo, “parece que estás muy orgulloso de cómo has jugado hoy”, dice Philpott. Estas preguntas “hace que miren hacia sí mismos y eso tienen un valor incalculable”, agrega.
“Hablo con ella mientras voy haciendo las cosas”
Cuando su hija Ainsley jugaba a un juego de ‘ir al parque’, la madre de San Carlos Jenny Waddell se dio cuenta de que el juego “sólo copia lo que hacemos en la vida real cuando vamos al parque, excepto que ella es la mamá y yo soy la niña. Esto me mostró realmente que ella lo está observando todo. Desde cepillarme los dientes hasta vestirme, hablo con ella mientras voy haciendo las cosas para ayudarle a entender qué estoy haciendo y por qué”.
Bernadette Shu, madre de dos niños en Belmont, alienta a su hijo a probar nuevas actividades preguntándole: “‘Andrew, ¿qué ves? ¿Qué es esto?’ Si él no contesta le explico y añado comentarios como ‘¡es divertido! o ¡uh, mira eso!’ Entonces le pregunto si quiere intentarlo”. Shu también hace referencia a algún libro que hayan leído sobre esa actividad y a veces participa hasta que él se sienta cómodo solo.
Vessels sugiere que los padres se hagan eco de lo que el niño dice o hace. Por ejemplo, cuando un niño dice: “Mi perrito se está divirtiendo con el animal de peluche de Billy”, los padres pueden decir: “¡Oh, mira, tu perrito está divirtiéndose con el animal de peluche de Billy”. O, también, si el niño está haciendo galopar un caballo de plástico sobre la mesa el padre puede agarrar un caballo similar y hacer que galope”. Esto hace que los niños se sientan escuchados y valorados, agrega.
“Está bien cometer errores”
“Dejamos que Dominic y Vincent prueben las cosas de principio a fin”, explica Julie Agrella, madre de dos gemelos de cuatro años en Elk Grove. “Sabemos que van a cometer errores—así es como aprenden—pero es nuestro trabajo hacerles saber que está bien frustrarse y que no consigan que les salga bien la primera vez. Si jugamos con un rompecabezas y veo que comienzan a sentirse (realmente) frustrados, hablo con ellos a medida que vamos haciendo el rompecabezas”.
“Si Andrew sufre un accidente de hacerse pis encima me mira con cara de decepción”, dice Shu. “Aceptar sus errores no es fácil para él, por eso le estoy enseñando que cometer errores está bien. Trato mis propios errores con un simple “oh oh, Spaghettio” y luego explico en voz alta como podría enmendar el error. Le pregunto si él tiene alguna idea y disfruta ayudándome a solucionar mi problema”.
Shu ayuda a Andrew a usar este proceso cuando el niño se topa con algún problema, ya sea una pieza del rompecabezas que no encaja o dificultad para identificar las letras. “Cuando Andrew oye que le digo: ‘Sé que puedes hacerlo’ se le forma una sonrisa y su frustración se desvanece”, añade.
“Eso les enseña a compartir”
Agrella trata de celebrar los puntos fuertes de cada niño en vez de hacerles sentir que compiten el uno con el otro. “Es difícil con gemelos porque siempre se les está comparando”, dice.
“A uno le encanta el béisbol, al otro le encanta el golf, pero siempre jugamos a ambos juegos en familia”, dice ella. “Se frustran con facilidad, pero esto les enseña a compartir su tiempo y a intentar algo que no se les da tan fácilmente. Los alentamos durante todo el proceso”. Ella y su marido se ponen el uno al otro como ejemplo con cosas como: “Mira la manera en que mamá corre de base a base”. Así no están comparando a un gemelo con el otro, añade.
“Apóyese en la solidez de la familia”
“En la cultura latina”, dice Katie Stokes-Guinan, de Grail Family Services en San José, “hay una gran soli-dez en los lazos familiares y respeto por los mayores. Saber que hay tantas personas detrás de tí fomenta la confianza”.
Lalaine Frankel, madre de cuatro niños, maestra y educadora de padres en Little Hands en Belmont, dice que sus niños hacen tareas domésticas simples como poner la mesa y sacar la basura. Así, añade, los niños sienten la satisfacción de contribuir a la familia.
Ayude a los niños a que sientan que tienen algo de control
“Recuerdo a Tobin viniéndose abajo”, dice Gaffikin, “una vez que hice que se diera prisa para bajarse del autobús mientras estaba entretenido con otra cosa. Ahora le digo que cuando salte la alarma, en dos minutos, es tiempo para el baño”. Gaffikin dice que estas advertencias ayudan a Tobin a sentir un poco de control sobre su entorno.
Waddell asigna tiempo extra para que Ainsley se ponga los zapatos. Ella aún tiene que atárselos, pero espera “a intervenir hasta que Ainsley me pida ayuda”, dice.
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