jueves, 25 de septiembre de 2008

Los primeros meses de casados

Se acaba la fiesta y los recién casados que nunca que han convivido, parten felices a la luna de miel. Ahí comienzan ha experimentar las primeras angustias que produce adaptarse al otro, que por mucho que se le conozca, puede tener patrones de conductas diferentes al propio.

Los ajustes pueden demorar un tiempo. Es más, años, y algunas parejas pasan esta etapa con éxito y otras, fracasan en el intento.


La incomunicación, la intolerancia, el individualismo, la mamitis o papitis, la competitividad, la disminución de la vida sexual, la falta de tiempo y las comodidades a las que muchas veces no están dispuestos a renunciar los recién casados, son factores que inciden en que la vida de pareja de muchos jóvenes en los primeros años de matrimonio no sea la de sus expectativas.


La mayor cantidad de parejas jóvenes que se acercan a la consulta del sicólogo y terapeuta de parejas Fernando Maestre van angustiadas por el fuerte cambio que viven al pasar del "flirting" al matrimonio. Al casarse se encasillan mutuamente en determinados roles. Aparece el miedo de que la pareja se transforme en mi mamá o mi papá.

Así es como al poco tiempo dejan de dialogar y de conversar, transformando fácilmente las primeras peleas y discusiones en ver al otro como un contrincante. Surgen las primeras dudas y piensan, ¿cómo intervendrá mi mujer o mi marido en mi libertad, autonomía, independencia y estilo de vivir? Se les cae el matrimonio como un tremendo peso, sienten que se les acabó el recreo del flirteo y ahora hay que llevar una casa, trabajar, ser padres, juntar plata: la responsabilidad.

Maestre recomienda, ante tanto peso y seriedad, permitirse un cierto nivel de locura. Atreverse a hacer el amor dentro y fuera de la cama, dejar a los hijos e irse por un fin de semana. Hay parejas que se atreven, que dicen pasémoslo bien y no se sienten ridículas.



Es lo que hicieron María José y Ricardo, los dos de 25 años. Estuvieron de enamorados seis años y en su primer aniversario de matrimonio ya tenían claro que el amor se acompaña de esfuerzo. "Creemos en que nos podemos conquistar y que el amor no se acaba, podemos construirlo cada vez nuevamente y por eso nos escuchamos mucho, pero de verdad", cuenta María José.

De la paradisíaca luna de miel, aterrizaron en un departamento donde muchas cosas y tareas no les eran comunes y María José se vio más afectada. "A Ricardo le influyó más no tener su espacio propio; él echaba de menos su pieza y yo, la irresponsabilidad. Es como un golpe, te casas y eres adulta. Al principio, la convivencia es muy difícil. El desorden, los cigarros y la cama sin hacer eran un problema. No habíamos compartido formalmente los roles y siempre me sentía responsable de hacer todo. Después lo dividimos y ahora que estoy embarazada él hace más que yo".

Uno de los miedos que expresan las parejas jóvenes es caer en la rutina. Fernando Maestre asegura que ésta es obra de cada pareja, aunque reconoce que también influyen las exigencias del trabajo: "Es impresionante como rápidamente la gente rutiniza la vida marital y es terrible que los jóvenes ya hablen de ella. Influye que en esta sociedad hay que entregarles la mayor energía al trabajo y a otras metas; lo que sobra en tiempo queda para la relación de pareja".

Y hay veces en que sobra muy poco, por lo que no hay tiempo ni para hacer el amor. El profesional asegura que hay algunos que dejan su vida sexual para el fin de semana, otros sólo para las vacaciones u otros que en vez de hacer el amor tienen una performance atlética sexual".

No lo lograron

Así como algunos pasan esta valla, otros, no. Es el caso de María Paz, de 24, quien dejó a su marido y se fue a vivir a la casa de sus padres, después de seis meses de casada. Dice que no lo soportó más, que estaba convencida de que no resultaría y que no valía la pena luchar un poco más.

Lloró toda la luna de miel, echaba de menos a sus padres y todo empeoró cuando llegó a Chile. Durante los primeros meses, María Paz pasó gran parte del día con su mamá. Después, él veía tele mientras ella preparaba la comida. "Al principio no me importaba, pero después de un tiempo me sentía patética. No había venido al mundo a servir a mi maridito ni a que me sacara en cara que me mantenía. El me decía que no podíamos ni ir al cine por la plata".

María Paz piensa que el fin de su matrimonio se debe al aburrimiento de los dos. "No supimos cómo entretenernos con menos, me agoté rápido de sus mañas, casi de verle la cara. Creo que hoy la gente tiene menos paciencia y estamos menos dispuestos a ceder. Los detalles nos hicieron la rutina insoportable".

Sin distinciones de época, uno de los problemas que acompaña al matrimonio es el empezar a convivir e intentar la coordinación de dos culturas distintas. Lo explica Fernando Coddou: "Se dice que el amor ayuda en este proceso, pero no lo hace. Uno de los mitos es que si nos amamos nos coordinaremos en espontáneo y esto no ocurre así. Son dos personas diferentes y hay parejas que logran este ajuste, otras no. También influye que ahora los jóvenes parecieran estar menos dispuestos a ceder en lo que creen, lo que sin duda dificulta la posibilidad de coordinación entre estas distintas culturas familiares".

Hay presiones

No es el caso de Paula, de 27, y Javier, de 26, que en dos años han aprendido a organizar su vida juntos. La convivencia no ha sido problemas, cada uno mantiene sus espacios, pero también acordaron momentos juntos. De hecho, limitaron la vida social para darse más tiempo ellos. Aún así reconoce que la vida sexual ha disminuido considerablemente por cansancio y se está presentando la presión de tener el primer hijo.

La situación económica también tiende a ser un elemento de peso en la sobrevivencia de la pareja. Coddou explica que hoy, algunas parejas de un nivel socio económico medio alto se casan con departamento instalado y eso limita la vivencia del logro común.

"Muchos matrimonios que llevan treinta años de casados me cuentan que sus mejores años fueron cuando no tenían ni un peso partido por la mitad. Muchos recién casados se ven afectados por modelos externos. Peor aún, se atrapan en modelos externos de tal pobreza, como aquel que define comuna, auto, destino de luna de miel para una pareja de profesionales, que hace que pierdan el eje central de ser pareja: la libertad de construir la vida desde la intimidad y decir a nosotros nos gusta de esta manera" devela el profesional.




Fuente : PuntoMujer


Más información : El Crecimiento en el Amor
De enemigas a amigas, ¿cómo lograrlo? (nueras y suegras)

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